No es la primera ni será la última vez que a falta de poco tiempo –en este caso, cuatro meses– para la celebración de elecciones, a quien ostenta la jefatura de la cosa (ayuntamientos, ejecutivos autonómicos o lo que sea) le da por ponerse estupendo. “Que si me estoy partiendo la espalda y a todo decís no, que si intento conciliar y sólo estáis por presentar una oposición férrea, que si…”. Y tanto quesi termina con un clásico: como no queréis jugar según mis reglas, me llevo el balón.

En lenguaje algo más oficial: hasta la terminación de mi mandato, haré lo que me plazca sin importar otras opiniones. A todo esto, el mensaje se suele lanzar con gesto de desairado que a duras penas logra contener su abatimiento. Así que poca sorpresa puede provocar que el alcalde de Pamplona haya comunicado a los grupos municipales que actuará por su cuenta en lo que resta de legislatura, aludiendo a la crispación existente en la Casa Consistorial, a estrategias coordinadas para dificultar su gobierno y a la imposibilidad de reconducir la situación de aquí a primavera.

Conforme, pero no soy la única que recuerda las múltiples decisiones unilaterales y proyectos que Navarra Suma ha sacado adelante estos años, pese a su minoría en el Pleno, sin importarle un bledo ni consensos ni consensas.