Recientemente los dos sectores del carlismo postrequeté han pedido responsabilidades por los hechos de Montejurra 1976, que provocaron dos asesinatos y decenas de heridos, al hilo de la aparición de unos documentos cedidos por no se sabe quién. Eso se ha producido tras una llamativa campaña de prensa en la que, quizás para beneficiar a UPN en detrimento del PP, Diario de Navarra, reticente y negacionista como el que más en materia de memoria histórica de lo aquí sucedido por obra y gracia de los golpistas carlofascistas, ha desempeñado un papel primordial.

Aquellos dos sectores convergen en negar la legitimidad del otro para autoproclamarse como carlista, y coinciden también en obviar las profundas responsabilidades del tradicionalismo en la sarracina de 1936-1937 en Navarra y en más sitios. Además, uno de los sectores encontró el refugio de la Comisión de Relaciones Ciudadanas del Parlamento navarro para comunicar su reivindicación con la atención más que respetuosa de los miembros de la misma, algo que no se ha producido cuando otros sectores o historiadores han encontrado documentación inédita o desconocida respecto a aspectos de nuestro pasado más trágico.

Los carlistas postrequetés socialistas autogestionarios y federalistas acusan, al hilo de aquella documentación, al rey emérito y al gobierno de entonces de estar detrás de todo, y refutaron que hubiera habido un enfrentamiento de dos facciones carlistas porque, a su juicio, los agresores pertenecían a “las cloacas del Estado, a la extrema derecha y al integrismo”, desvinculándolos del carlismo que, en su afirmación, “en la puta vida ha sido franquista”. Y aprovechando que el Arga pasa por Pamplona, añadieron más exigencias a los poderes públicos navarros, entre ellas el “reconocimiento público y la reparación que corresponda al Partido Carlista”, a efectuar por el Parlamento navarro y por el Gobierno de Navarra “de la aportación del carlismo a la lucha y la concienciación antifranquista en Navarra durante toda la dictadura, desde 1939 hasta 1976”, instándole a organizar exposiciones y jornadas de estudio. Ninguna mención de autocrítica al papel del tradicionalismo entre los victimarios tras el golpe de Estado de julio de 1936, algo que esta rama del carlismo postrequeté siempre ha negado con argumentos negacionistas peregrinos e infantiles como que la máxima autoridad en la práctica en aquel tiempo, la Junta Central de Guerra Carlista de Navarra, no era carlista.

Por su parte, la Comunión Tradicionalista Carlista (CTC), la otra encarnación de los carlistas postrequetés, presidida por la cabeza visible de la Hermandad de Caballeros Voluntarios de la Cruz (HCVC), publicó dos notas de prensa y presentó un escrito ante la Comisión mencionada. En esos textos se subraya que, con la investigación publicada en Diario de Navarra, se demuestra la participación directa de Juan Carlos I y de la “mafia partitocrática” “en una operación de guerra sucia que tenía como finalidad apartar al Carlismo de la vida política en unos momentos decisivos”. Para dichos agentes, “cualquier reivindicación antiliberal y legitimista suponía una grave amenaza y es por eso que quisieron aprovechar la crisis interna del Carlismo, provocada por las desviaciones ideológicas de don Carlos Hugo y sus seguidores, para presentarnos como un movimiento violento y fratricida”. En opinión de este sector, “fueron pocos los carlistas que en aquel momento cayeron en la trampa y la mayoría de los que lo hicieron se arrepintieron inmediatamente” y se comenta “que los dirigentes de las organizaciones tradicionalistas (CT y UC principalmente, fusionadas desde 1986 en la actual CTC) acertaron en su momento al desaconsejar la asistencia o bien denunciando a posteriori el engaño que afectó a algunos”.

Ambas lecturas me producen cierta estupefacción porque silencian la colaboración activa en aquella bárbara agresión de elementos autóctonos navarros procedentes del carlismo más integrista, algo que se mencionó en el Informe Montejurra 1976, accesible a través de Internet y elaborado por el sector atacado. Si en el caso de la CTC, ese silenciamiento es lógico y responde a una pueril lógica escapista, es mucho menos comprensible en el caso de EKA, si bien aquí también puede razonarse por un afán de no enturbiar su relato y de no sugerir nombres que recuerdan a un ominoso pasado más lejano.

En el informe mencionado se destaca la connivencia de la familia Baleztena Abarrategui, cuyos ancestros participaron activamente en la conspiración antirrepublicana, estando en la dirección del carlismo aquellos años. Su tío Joaquin sería el presidente de la Junta Central de Guerra, que dirigiría la limpieza política por el lado carlista, figurando en la foto inicial, aunque luego se inhibió de la misma y no consta en sus sesiones. Sixto habría celebrado reuniones preparatorias en casa de uno de aquellos hermanos, a las que también habrían acudido los demás.

Sixto también habría celebrado reuniones en los domicilios de gente significada de la ultraderecha tratdicionalista de los años setenta cuyos nombres se proporcionan, unos ligados a asociaciones de excombatientes, otros a El Pensamiento Navarro. También figuran Alvaro D’Ors, “integrista del Opus” (y flamante Premio de Príncipe de Viana en el año 1999, a quien ya nos hemos referido en algún otro artículo, sacando a relucir algunos párrafos de clara exaltación franquista de su libro La violencia y el orden, de 1987) y los tudelanos Javier y Blas Morte, hijos de Víctor Morte, miembro de la Junta Central de Guerra. Otras personas nombradas tienen un perfil mucho más difuminado. Algunas de las personas citadas, junto con otras, escribieron artículos en El Pensamiento Navarro incitando a la labor de reconquista de Montejurra, y el día de los hechos estaban en el grupo de Sixto.

También se alude a miembros de los Guerrilleros de Cristo Rey, implicados en labores de propaganda los días anteriores y entrenados por un sargento del ejército y que también participaron atacando manifestaciones obreras aquellos días. Podemos imaginar la nostalgia de 1936 por parte de los sixtinos por cuanto “en el comercio de objetos litúrgicos de Luis Martínez Erro”, local donde se transcribían las instrucciones de Mola, un grupo de aquellos agotó el stock de detentes del Corazón de Jesús.

De algunos de los nombrados, hay constancia de su pertenencia a la citada HCVC, la entidad memorialista requeté creada en 1939 con claros fines de exaltación de la cruzada franquista, que ha monopolizado durante décadas el uso del Monumento a los Caídos, celebrando actos apologéticos en su cripta, y que fue la que inició el viacrucis a Montejurra el año de su creación. Con todo, puede presumirse la pertenencia de los demás a la misma.

Una de ellas, Javier Baleztena, hijo de Ignacio Baleztena, miembro fundador de la Hermandad, y él mismo Caballero Prior de ella hace unos pocos años, reivindicaba los fines primigenios de la misma en una carta que escribió a José Ignacio Irusta Sánchez, miembro del grupo denominado Falange y Tradición, condenado en 2015 por la Audiencia Nacional a dos años de prisión por delito de amenazas y por la realización en 2009 de actos vandálicos contra recordatorios de la represión franquista en distintos pueblos de Navarra. Entre aquellos fines estaban el de luchar con diligencia, tenacidad y valentía contra la irreligión y el laicismo y mantener vivo el recuerdo de quienes dieron su vida por España y por la fe católica, pregonando como enseñas la Cruz y la Bandera Española. En agosto de 2019, dos parlamentarios de UPN, Iñaki Iriarte y Patxi Pérez Arregui, estuvieron en una comida en la casa de los Baleztena en Leitza en la que también estuvo el presidente de la CTC tras asistir a un acto de conmemoración requeté, en un ejemplo de lo políticamente ancha que es esa memoria.

De cualquier forma, la reconstrucción de las tramas negras autóctonas, que medraron y se beneficiaron de prebendas en el franquismo a cuenta de su posicionamiento y que operaron activamente de múltiples formas en aquel régimen y durante la Transición contra la izquierda y el nacionalismo vasco, sigue siendo un tema pendiente para los historiadores. De llevarse a cabo, tendríamos, sin duda alguna, más de una sorpresa ¿Cuándo una fuente anónima nos dará datos de esas tramas?