Buscaban la misma foto

– Los grandes triunfadores de la triste tarde de ayer en el Congreso de los Diputados fueron PP y Vox. Las dos formaciones que con más ahínco y desprecio se habían opuesto a la ley del Solo sí es sí se permitieron la chulería de propiciar con sus votos que prosperase la toma en consideración de la iniciativa del PSOE para reformarla. Es un gesto que les sale gratis y no compromete a nada. De momento estamos ante un mero trámite. Queda un largo camino hasta que de verdad se consume la reforma, si es que llega a consumarse. En cuanto los genoveses y los abascálidos estimen que les sale más rentable descabalgarse, lo harán sin que les tiemble una pestaña. Y ahí ya les pueden quitar lo bailado, es decir, la foto que buscaban, la de muy responsables rescatadores del atribulado PSOE, que ha tenido que aceptar el auxilio que juró que repudiaría. Lo peor es que esa imagen es exactamente la misma que pretendían los desleales socios morados del Gobierno español, la de sus teóricos aliados siendo salvados por la malvada ultraderecha.

Deaslealtad consentida

– Para que la puñalada por la espalda resultara más dolorosa, la tragicomedia se escenificaba la mismita víspera del 8 de marzo. Como regalo añadido, Unidas Podemos —con Yolanda Díaz vergonzante y sumisamente enrolada a últimísima hora— vertía por todos sus altavoces, que son una hueva, que el partido de Pedro Sánchez traicionaba al feminismo y asumía los postulados del fascismo. Una indecencia en toda regla. Bien es verdad que consentida por un PSOE que no deja de poner la otra mejilla ante las brutales acometidas de la fuerza con la que sigue compartiendo gabinete porque, por lo visto, las ganas de mantener el poder, aunque sea a base de comerse humillaciones sin cuento, pesan más que la dignidad.

Las víctimas no cuentan

– Todas estas cuchilladas asestadas con saña por unos y encajadas con estoicismo por otros no pasarían de la enésima bronca partidista si no fuera por la cuestión de fondo. Parece mentira que haya que volver a repetir que la ley que presuntamente iba a proteger a las mujeres como ninguna otra ha provocado la excarcelación de ochenta agresores sexuales y la rebaja de condena para ya casi 750 depredadores. Pero las víctimas pasadas, presentes y futuras, como escribí aquí ayer y reitero hoy, no llegan ni a figurantes. Incluso, como hemos vuelto a escuchar en las últimas horas de labios de las principales responsables del ministerio español de Igualdad, se les niega que hayan tenido que pasar por el trago de ver a sus violadores beneficiados por la ley de marras.