Una tarde de enero barcelonés y primaveral que nos tenía engañados hasta el punto de hacernos ir en camiseta, subíamos mi hijo y yo desde el mar por la Rambla en busca de Rocambolesc. Él tenía 5 años y ganas de devorar un helado increíble porque cuando me pongo a hacer marketing de algo que me gusta de verdad... Soy irresistible. De puro pesada.

Rocambolesc nos recibió con su magia estética hermana de Charlie y la fábrica de chocolate y sus sabores. Apabullante. No diré que la experiencia fue orgásmica porque introducir en la misma frase hijo y orgasmo puede incomodar. Pero lo fue. Siempre pienso en aquella tarde cuando escucho a Jordi Roca, el creador de esta heladería mágica y de otros templos donde los placeres dulces se han encaramado al altar. Acabo de leer que tras 7 u 8 años de distonía Jordi Roca ha recuperado la voz. O le ha nacido otra, más de locutor radiofónico nocturno.

Durante ese tiempo en que su voz se había perdido a mí me fascinaba escucharle y verle. Arqueaba las cejas y abría los ojos, como los actores de cine mudo, enfatizando y elevando su susurro. Mantenía la cabeza en una posición llamativa, muy levantada, por el problema que le generaba la distonía en la musculatura del cuello. Y lo conseguía. Te atrapaba. Al menos a mí. Una vez le escuché charlando con Buenafuente en su programa Late Motiv –trasladado brillantemente a una biblioteca donde sólo se permite susurrar– y me ganó. Me emocionó.

Contaba que la distonía le había hecho parar, aprender a escuchar más, hablar menos, tolerar y entender mejor. Contaba también lo que le costó de niño, y de adulto, encontrar su hueco en una familia de chefs brillantes, sus dos hermanos. Y lo hizo eligiendo lo dulce, un camino que ninguno de los otros dos Roca había transitado. Sólo él. Así consiguió estar y sentirse a su altura. Escapar de las comparaciones eternas. El que después sería reconocido como el Mejor Chef de Pastelería del mundo encontró su voz. Así que esta es ya la segunda vez que lo hace. Le ha leído 5 cuentos de un tirón a su hija. Moltes felicitats, Jordi Roca! Per tot.