98 años tendría ahora Donan Pher, el Emperador del Bolígrafo, si no hubiera muerto hace ahora 12 años. ¿Os acordáis de él? Era aquel vendedor de bolígrafos que se ponía en el Paseo de Sarasate con su salacot, su traje de explorador, sus gafas de montura metálica, una sombrilla, una mesa repleta de bolígrafos y un tenderete del que colgaba viejas fotos en las que aparecía él con dos leones y una serpiente pitón, debajo de unas palmeras, que en realidad se había hecho en el zoo de Madrid. “Sigo con la enfermedad de vender barato. Ofrezco kilómetros de escritura. El bolígrafo es el mejor amigo del hombre. Podría ser el perro, pero nadie puede llevar un perro en el bolsillo de su chaqueta” decía por una especie de micrófono raro, y allí íbamos todos los años a pintarrajear el papel del tenderete y a comprar bolis para todo el año. Donan Pher, (Fernando leído al revés) era Fernando Velázquez López, natural de Pola de Siero en Asturias, vendedor ambulante y asiduo de los sanfermines.

Otro recuerdo de las fiestas de mi infancia es el del Monstruo de Guatemala de las barracas. ¡Qué miedo!: “De una de las grietas del terremoto, surgió un monstruo terrible. ¡El monstruo de Guatemala!” Y repetía una y otra vez, cada vez más alto: “¡El monstruo de Guatemala!”. Yo nunca llegué a verlo, pero me sigue dando miedo.

¿Y el vino dulce que bebíamos en los mesones de los maños? Era cuando a los niños todavía nos daban un poco de alcohol de vez en cuando, como cerveza con gaseosa de porrón, un poco de vino de la bota o un traguico de pacharán para el dolor de tripas...

Ya están aquí otra vez los Sanfermines y las fiestas de todos los pueblos. Vamos a disfrutarlas, que este año hay y el que viene ya se verá. ¡Feliz verano!