“Deberías hacer una dieta, te ves gorda”, “deberías comer más, estás muy flaca”, “seguro que eres gay, estás muy afeminado” o “¿juegas al fútbol con los tíos? Eres una marimacho”. ¿Cuántas veces habremos oído estas frases e incluso nos las hemos creído? 

Hoy en día, allí donde mires, estamos influenciados/as por los estereotipos que nos ha marcado la sociedad. Si vas a comprar ropa, los/as modelos de los carteles tienen un cuerpo perfecto. Te conectas a las redes sociales y todos/as son ideales. Cinturas estrechas, grandes pechos, exceso de musculatura, tatuajes, etcétera, son el canon de belleza en la actualidad. ¿Acaso se necesita todo eso para ser aceptado/a? Creo que pensamos demasiado en todos estos aspectos y nos olvidamos de que no existe el cuerpo perfecto. 

Desde mi punto de vista, el problema está en la educación y en la sociedad. Una sociedad que refuerza constantemente estas percepciones exageradas desde hace ya mucho tiempo. De esta manera, personas con baja autoestima tienen que luchar por intentar ignorar todos los estereotipos marcados. Yo, en cambio, tengo buena autoestima y me acepto tal como soy. Me gusta mi cuerpo, mis gustos y mi personalidad, y no los cambiaría porque tengo claro que debo gustarme a mí misma, no a personas que en ocasiones ni siquiera conozco (como en las redes sociales). Sin embargo, debo admitir que, aun teniendo la educación que he recibido en casa, cuando piso la calle, a veces no me siento del todo segura. No hay más que ver que desde pequeño/a te enseñan a que las niñas juegan con muñecas y los niños con balón, que la sensibilidad está en la mujer, que las mujeres siguen cuidando más de los hijos/as y de nuestros mayores, etcétera. 

El tema de los estereotipos está aumentando cada vez más, y no solo en el aspecto físico, en la personalidad y en el género, sino también en los ámbitos religiosos, políticos, culturales, laborales… 

Estoy convencida de que tenemos que seguir potenciando las percepciones de las personas, sobre todo, de aquellas que se sienten inseguras y que no son capaces de mantener firmes sus gustos y pensamientos por miedo a lo que puedan decir otros/as.

Ojalá llegue el momento en el que podamos salir a la calle sin miedo a qué dirán los demás y poder conservar nuestra esencia. Porque eso es lo más importante de todo: ¡Quiérete como eres!