El 14 de febrero es una fecha señalada para mostrar el amor que sentimos hacia nuestras parejas. El amor y el respeto deberían ser el pilar de muchos oficios, sobre todo cuando tratas con personas en un estado vulnerable.

El 14 de febrero recibí la peor carta de amor de mi vida.

Tras estar casi 20 días ingresado en el hospital Virgen del Camino mi aita falleció. En estos 20 días pude comprobar que tanto la sanidad como el respeto, educación o amabilidad habían desaparecido por completo en este hospital. Desde el minuto 1 tuvimos que soportar faltas de respeto y falta de profesionalidad por parte del equipo sanitario.

Tal es el alcance de esta dejadez que tras poner una reclamación muchos días antes por el trato que recibió mi aita, el director del hospital contestó a mi reclamación deseando que se mejorase mi aita con una carta/plantilla firmada el 9 de febrero que recibí el 14. Esta carta hubiera sido reconfortante si no fuese porque mi padre ya había fallecido cuatro días antes de que el director firmara esta carta.

Ni siquiera se tomó la molestia de revisar la base de datos del hospital antes de firmarla. Si esto me pasase a mí en mi trabajo estaría directamente despedida.

Después de este hecho tan desagradable, he tenido que oír a varios familiares y amigos el trato que están recibiendo en el hospital.

¿Qué está pasando? Se nos olvida que la persona ingresada es realmente lo importante, no se puede gestionar un hospital como una empresa cualquiera. Y si es así, espero que trabajen en un sistema de calidad y mejora continua ya que carecen de un servicio digno. El consumidor, en este caso el paciente o sus familiares, tienen el derecho de pedir información y esperar el mejor trato posible, no nos conformemos. No tenemos porqué sufrir las consecuencias del hartazgo por una situación de precariedad laboral, no tienen entre manos máquinas sino vidas.