Muchos somos los que llevamos años contemplando y advirtiendo lo que se nos venía encima. Desde hace más de una década, en todos los foros de transporte vaticinábamos lo que nos ha llegado ahora y todo el mundo sabe: la falta de conductores profesionales. Pero eso no es todo. Un problema, y grande, es la falta de relevo generacional dentro del sector del transporte de mercancías por carretera, pero otro, no menor, es que parece que a los profesionales que llevamos años dedicándonos a esto nos quieren hacer desaparecer vía burocracia, presión fiscal y toda la clase de zancadillas que se le pueden poner a un emprendedor. Los mismos que califican a nuestro sector de esencial, por otro lado nos tratan como si fuésemos un estorbo en la sociedad y terminan, a su manera, echándolos de la circulación. Ahora parece que despiertan, cuando la mercancía no llega a tiempo y hay momentos en los que las empresas tienen que parar por esta razón, siendo peor el remedio que la enfermedad. Si la gente supiera qué requisitos hacen falta para ser autónomo dentro de la rama del transporte se asustaría: posesión del título de Bachillerato, carnet de conducir CE, título de capacitación, acreditación de la honorabilidad, contar con un capital mínimo, alta en autónomos y en el censo del gasóleo profesional, etcétera. Me gustaría que los responsables, en lugar de lamentarse ahora por su poca visualización ante lo que nos venía, no se hubiesen dedicado a atosigar, asediar y aumentar la presión fiscal a los transportistas, sino a facilitar, ayudar, apoyar e incluso subvencionar a los que estamos en activo y a los futuros.

Como diría alguno, “a grandes males, grandes remedios”. Podríamos empezar por aparcar la imposición de peajes por una temporada, al menos hasta que las cosas nos vengan en positivo, así nos daremos cuenta que todos estamos en el mismo barco y remamos para el mismo lado. Si somos capaces de coger el toro por los cuernos y nos dejamos de ser meramente recaudadores, a esta profesión tan dura, tan poco conciliadora con la familia y tan poco rentable ahora mismo, le daríamos la vuelta, consiguiendo atraer a la gente joven, quienes le darían el atractivo que se merece y una rentabilidad como para ser una profesión, cuanto menos respetada y atractiva, con lo que ganaríamos todos. Nunca es tarde si la dicha es buena.

El autor es vicepresidente de TRADISNA