Quisiera, sin nombrarla, hablaros de una persona. Como cantaba Moustaki, “Bien-aimée ou mal-aimée, elle est fidèle”. Fiel a sus principios, fiel a sus ideas, fiel a lo que predica, pero, por encima de todo, como no podía ser de otra manera, es fiel a la gente.

Frente a otros que buscan el bien particular, ella, sin dejar caer las ventajas que le otorga su puesto, faltaría más, se preocupa porque todo el mundo viva en un estado real de bienestar.

Le han acusado de estar de parte de los empresarios. Y sí, apoya a los empresarios, a esos que forman parte del tejido económico y además piensan en sus empleados. Pero, ojo, no a esos otros que, si pudieran, ejercerían incluso el derecho de pernada.

Pero, como digo, sobre todo está de parte de los derechos de la gente, de todos los navarros y las navarras; sin distinción, buscando lo mejor para ellos y ellas, independientemente de su ideología.

Me ha encantado desde que tuviera aquellos enfrentamientos en el hemiciclo madrileño con el entonces presidente Aznar. Sí, cuando desde su soberbia se dirigía a ella con un despectivo “Señorita” mientras ella le despedazaba con su argumentario. A la sazón, su mochila siempre está cargada de argumentos que defiende con el convencimiento de saber que son los correctos. Y sigue siendo un gusto para mí escucharle.

Es una persona que cuando le ha tocado estar en la oposición, lo ha hecho de manera elegante, a la par que productiva, consiguiendo logros que otros ni hubieran imaginado. Pero es que, cuando ha presidido el Gobierno Foral, en mi opinión, y no solo por lo que yo opine, sino porque los datos así lo demuestran, ha sido quien más ventajas ha conseguido para el conjunto de la ciudadanía. No se pierde en estolideces de capitalidades y otras zarandajas y ha conseguido financiar allí donde más necesidad había, desde Bera hasta Tudela, desde Viana hasta Sangüesa. Ahora, que a todo el mundo se le llena la boca hablando de las tierras vaciadas, pero que nadie mueve un dedo por evitar que se despoblen, ella, junto al magnífico equipo que comanda, está empeñada en que ni la Zona Media, tierra Estella, la Sakana o ninguna otra comarca navarra se vacíe. Porque ese equipo es gran conocedor del territorio, de sus municipios y concejos, saben de sus potencialidades, pero también, por supuesto, de sus virtudes y fortalezas. Luego esos logros se los adjudican otros que no han hecho más que mirar. Allá ellos, pero el logro ya está conquistado.

Lo mismo podríamos decir de las transferencias que, poco a poco, se van consiguiendo para Navarra y con las que quienes presiden ahora se ponen medallas, cuando bien saben que no les pertenecen. Todo sea por un puñado de votos, ¿verdad? ¡¡Qué pena!!

Podría seguir enumerando logros, pero ocuparía todo el periódico y aún me dejaría alguno.

Firme defensora del euskera, como no puede ser de otra manera en aquel que se considere navarro o navarra (otra cosa es que lo sean de boquilla), se le ha acusado de imponerlo. Nada más lejos de la realidad. Leía en un medio hace un par de días que en Suiza se hablan 4 idiomas (el romanche entre ellos), y están tan orgullosos de su bagaje cultural. Aquí, si hablas en euskera, la lingua navarrorum, es que quieres romper Navarra. Harro nago hitz egiteaz!

A mí no me gusta que se me imponga ni el cambio de hora; mucho menos un idioma. Y me produce tristeza (más por ellos que por mí) cuando un grupo dice que no cuenta con un idioma “porque resta”. Será que no es lo mismo contigo que zurekin. Luego están quienes dicen que hay que potenciar el euskera y sacan un cartel en 8 idiomas, pero no lo incluyen. Foralistas que no leen ni lo que pone en el Monumento a los Fueros, eso que empieza por Gu gaurko euskaldunok… . Allá ellos.

Nadie es perfecto. Seguro que también tendrá sus sombras, si bien ya se encargarán otros de airearlas, si las hubiera. ¡O las inventarán! En cualquier caso, siempre brillarán más sus luces.

En fin, en un par de días tenemos el poder de hacer que esta persona presida nuevamente el Gobierno Foral y de que toda Navarra esté en la agenda, y no una parte o la de unos pocos; de que todos los navarros y navarras, aunque piensen diferente, tengan voz. El poder de que las decisiones se tomen estando las partes de acuerdo, sin imposiciones. El poder de que Navarra progrese de la mano de sus gentes, no de sus dirigentes. Yo ya sé qué hacer. ¿Vosotros?

He dicho que no la iba a nombrar, pero si queréis que os la presente, os diré que es una luchadora, a veces con la ola a favor y otras contra viento y marea, como los barcos.