El 28-M, además de ser el día de las elecciones municipales y autonómicas, es el día de Pentecostés y por ende de la Acción Católica y el Apostolado Seglar.

La Acción Católica es una gran desconocida, aunque casi todos hemos oído hablar de ella. Como organización casi centenaria tiene sus luces y sus sombras; sus grandes aciertos y sus fracasos. A veces ha sido objeto de intencionada manipulación. También se ha renovado en el tiempo y en el espacio.

En su nombre va su identidad y también la causa de su sufrimiento. Son muchos, en parte debido a un conocimiento superficial o esporádico, los que la acusan de “martismo”, es decir, de estar centrada sólo en la acción. Nada más lejos de la realidad. La acción viene precedida de una reflexión y seguida de una celebración. Formando un ciclo continuo de Reflexión-Acción-Celebración.

Para la reflexión, la Acción Católica emplea la metodología de la Revisión de Vida (Ver-Juzgar-Actuar) que se practica en los equipos de revisión o comunidades de fe, partiendo de un hecho personal de vida, donde la persona esté involucrada para que así pueda tomar conciencia y convertirse. Tanto el ver como el juzgar tienen dos partes una humana y otra de oración, a la luz de los textos bíblicos. Por lo tanto, la metodología aúna y profundiza en la relación con Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Ya que en las dos primeras partes de la Revisión (ver y juzgar) se entabla un diálogo con el Padre y el Hijo. A la hora del actuar, es el discernimiento y por tanto el Espíritu Santo el que ayuda a tomar las decisiones. La acción puede ser asistencial o transformadora. Y a su vez se da en el plano personal, grupal y estructural.

La Acción Católica engloba a varios movimientos. Unos especializados y otros generalistas. Todos tienen en común la metodología de la Revisión de Vida. Y son de implantación diocesana y parroquial. Desde el papa Pío XI, pasando por Juan XXIII y Pablo VI hasta el papa Francisco I todos han hablado mucho y bien de la Acción Católica, “son un don de la riqueza, renuevan la Iglesia con su capacidad de diálogo y al servicio de la acción evangelizadora”. Ahora que la Iglesia se está replanteando el primer anuncio, la Acción Católica “redescubre nuevas formas de mostrar el atractivo y la novedad del evangelio”. Y lo hace “trabajando al servicio del obispo y las parroquias”.

Ya en el año 2000 nuestro obispo de entonces, monseñor Sebastián, confesaba el déficit asociativo de la diócesis. Y valoraba positivamente el vigor y la pujanza de los movimientos de Acción Católica, que eran y son hoy en día minoritarios. Aun así afirmaba con rotundidad: “Si queremos tener alguna vez un laicado adulto y bien formado, capaz de colaborar intensa y eficazmente en la vida y en la misión de la parroquia, es absolutamente indispensable que introduzcamos en nuestras parroquias la Acción Católica como asociación básica de los fieles”. Y marcaba unas líneas generales, como que “en las parroquias importantes deberían constituir al menos un grupo de adultos y otro de jóvenes de Acción Católica”. También mencionaba a los movimientos especializados. Más adelante decía: “Lo reclaman las duras circunstancias en que estamos viviendo y vamos a tener que seguir viviendo...”. El tiempo ha confirmado los oscuros vaticinios de don Fernando.

Tanto el papa como la Conferencia Episcopal insisten en el apoyo a los movimientos. Aun así, la realidad de la Acción Católica General en nuestra diócesis se mantiene minoritaria pero estable. Por ello desde los Movimientos de Acción Católica, animamos a los párrocos y grupos de fieles que se pongan en contacto para conocer el proyecto de parroquia abierta que la Acción Católica ofrece, formando y acompañando al consiliario/párroco o coadjutor y a los nuevos acompañantes de equipos o grupos de niños, jóvenes y adultos.

También solicitamos al director del Seminario Diocesano Conciliar, Jesús Echeverz Carte, que se vuelva a introducir en el temario de formación de los nuevos seminaristas a los Movimientos de Acción Católica, su historia, su metodología y espiritualidad, sus propuestas de formación e itinerarios en la fe, sus proyectos como el anuncio 4:40, la campaña, los campos de transformación o conversión. Formación impartida bien por los consiliarios del movimiento y por los laicos adultos formados en el acompañamiento y la difusión.

El desconocimiento aleja y siembra temor. El conocimiento aporta valor, respeto y con el tiempo hasta amor. Lo estamos comprobando en el proceso sinodal. Avancemos por un apostolado seglar formado y comprometido tanto dentro de la iglesia como en sus ambientes sociales donde son sal y fermento

¡Feliz Pascua de Pentecostés!

El autor es secretario general diocesano de los Movimientos de Acción Católica