Ha pasado una semana de las elecciones sindicales en SNS-O, así como en el resto de ámbitos de la función pública de Navarra. Pasadas las emociones iniciales, es necesario hacer una reflexión más profunda de los resultados, y también de las tendencias, influencias, y trabajo realizado durante los años previos. De la misma manera - y con los números en la mano - cabe pensar que, quizá, es momento de replantear la representatividad de los y las profesionales de cada ámbito en sus respectivos foros y mesas de negociación.

Antes de nada, queremos agradecer a todos/as las profesionales que votaron a SATSE y que lo convirtieron en la fuerza más votada entre todo el personal funcionario y contratado del SNS-O. Un respaldo a una forma de trabajar y defender nuestras profesiones por encima de presiones, difamaciones y alternativas menos convincentes. Ser la organización más respaldada recibiendo casi la totalidad de votos de enfermeras y fisioterapeutas tiene más valor, si cabe, dada su dificultad. Esto nos da fuerzas para mantener nuestro espíritu, valores, independencia y capacidad de trabajo desde una estructura pequeña y continuamente atacada.

Una vez nos hemos dado palmadas en la espalda, es momento de coger los datos en frío y analizar hacia dónde fluye el voto sindical, qué volumen tiene, qué causas lo incentivan y qué parámetros de mejora o cambio hay que plantearse para los próximos años.

En primer lugar, el hecho de que la mitad de la plantilla de la administración navarra no acuda a las urnas debería ser un toque objetivo de atención para las organizaciones que trabajamos para que sus derechos y condiciones estén representados, puesto que supone que nuestro trabajo no llega, o no convence, o no gusta, en términos generales. Subjetivamente, parte (y sólo parte) de la causa radique en que los valores, funciones y objetivos con los que nacieron los sindicatos se han ido pervirtiendo, modulando y empobreciendo hasta llegar a crear un cliché que arrastra a cualquier organización sindical, independientemente de su origen, desarrollo o resultado.

En segundo lugar, conviene hacer una lectura realista de las motivaciones que impulsan a votar al 50% de la plantilla que sí lo hace. En el caso del SNS-O, prácticamente ha votado el mismo número de personas que hace cuatro años, a pesar de haber un porcentaje mayor de plantilla, y a pesar de haber sido una legislatura de enorme acción sindical, con una pandemia de por medio y muchos meses de conflicto sindical y sanitario, por parte de la mayoría de organizaciones, cada uno con su argumentario y objetivos. Esto supone que, el personal es cada vez, o más exigente, o más indiferente a la acción sindical. Y esto debe servir para buscar nuevos caminos de convicción y trabajo, tanto al personal con años de experiencia como a las nuevas generaciones que están muy fuera de la influencia sindical.

En tercer lugar, la cada vez mayor proliferación de sindicatos profesionales (aquellos que representan a colectivos profesionales concretos) y el mayor apoyo que han recibido en estas elecciones, da pista de que los sindicatos clásicos no son capaces ya de representar a la mayoría de colectivos. Bien porque se acaban centrando siempre en las mismas consignas, bien porque ya sus soluciones no convencen ni son eficientes ante los retos actuales de la sanidad navarra, bien porque las estrategias utilizadas vienen marcadas desde sus vinculaciones políticas (algo que ha sido muy obvio estos últimos meses) y han limitado mucho su capacidad de decisión.

El aumento del respaldo a los sindicatos profesionales es un aviso a la administración. Una señal que refleja que las actuales representaciones en las mesas de negociación no son ni proporcionales, ni equitativas, ni razonables, tal como está en la normativa actual. Es decir, ¿qué sentido tiene que sindicatos que han obtenido la mitad o menos de votos que, en este caso, SATSE, tengan mayor representación y decisión sobre las condiciones económicas y laborales de las enfermeras/os y fisioterapeutas? Y, a pesar de los resoplidos que pueda suponer cualquier planteamiento que desestabilice la estructura sindical actual, es necesario reflexionar sobre este asunto para no seguir alimentando un sistema de representación caduco y tremendamente sesgado.

La autora es secretaria general de SATSE en Navarra