Se va a enterar Luis Enrique, seleccionador de fútbol de la fracasada escuadra española en tierras cataríes, de lo que cuesta un peine después del ridículo en los campos de futbol. El valiente y arriesgado entrenador que lo mismo es streamer como da una categórica rueda de prensa en son de pelea. Émulo de Asterix, le falta el colega Obelix, porque el presidente Rubiales no da la talla. Jarabe de Palo para un árbol caído en la jungla deportiva con ánimos de vendetta, y momento de ajustar cuentas por el poco acierto, escaso gol y gran ridículo. Puede atragantarse Luis Enrique con la pócima de la opinión pública, en una historia que casi siempre termina a palos. El pequeño príncipe que sueña con aprender euskera, está mordiendo el polvo de la descalificación pública y la crítica sangrante. Son gafes del oficio de un trabajo que casi siempre acaba en la cuneta. Y mientras, la tele de pago nos ofrece un magazine loco y entretenido, La Resistencia, que de la mano de David Broncano funciona en una televisión fresca, natural, entretenida y cuajada de innovación y entrevistas cargadas de interés, soltura y variedad. Un programa para un formato renovador, joven y atractivo. Aplausos para un triunfador de la tele digital, que se enfrenta al quehacer con la frescura de quien se sabe triunfador y mete goles en la cita mediática. Por otro lado, ambiente de Navidad cargado de invitaciones al consumo desatado, olvidándonos de inflaciones y crisis. La publicidad que nos acosa y vapulea es la señal evidente de que estamos en el ciclo anual de las navidades, y que unos más y otros menos, sentiremos el villancico del consumo festivo, animado y agitado por la publicidad machacona de los anuncios, en las teles de la aldea global.