Quizá estén pensando que no hay nadie lo suficientemente cerril para defender lo que dice el encabezado de esta pieza, pera van a comprobar que sí lo hay. O los hay, porque son más de uno, si bien ninguno llega tan lejos en el teorema como Alfonso Ussía en El Debate: “El campo de España ha ardido porque los ecologistas «sandía» son los que mandan, con el beneplácito del destructor, la ministra que no se peina, y los partidos políticos de las izquierdas antiespañolas. Fincas y dehesas privadas colindantes con los montes públicos, también han sufrido la devastación del fuego, pero se han salvado centenares de miles de hectáreas de dehesas limpias, cuidadas, con ganaderías de bravo, bovinos, ovinos y porcinos, además de reses de caza mayor”.

Utilizando menos palabras pero parecido desparpajo, Pablo Planas (Libertad Digital) abunda en la letanía: “La legislación actual, inspirada por ecologistas de fin de semana y aplicada con saña por todos los gobiernos, ha hecho imposible actuar en un entorno rural que han dejado desprotegido diciendo que lo protegían del hombre, precisamente el único que lo puede cuidar”.

"Es intolerable que un Gobierno «ecologista» vea arder media España y se limite a echarle la culpa al calentamiento global"

El Debate

El editorialista de El Debate tiene su propia versión de la matraca y, al espolvorearla, aprovecha el viaje para dejar caer otras mandangas del repertorio diestro: “Es intolerable que un Gobierno «ecologista» vea arder media España y se limite a echarle la culpa al calentamiento global, mientras aumenta la fiscalidad «verde» con excusas de todo tipo. Si al Gobierno «social» le retratan las peores cifras de pobreza en décadas y al «feminista» la salida de dos mujeres con problemas de salud, Adriana Lastra y Dolores Delgado; al «ecologista» le define la triste imagen de media España ardiendo con un presidente que, mientras, solo sabe mirar a la capa de ozono para que todo parezca un accidente”.

"La yihad climática no parece tener como objetivo salvar vidas humanas"

Irene González

Como resumen y corolario, tendríamos que lo del cambio climático es una filfa de progres. ¿Que tampoco creen que alguien se atreva a soltar algo semejante? Pues lean a Irene González en Vozpópuli: “Últimamente nos piden que seamos creyentes de cualquier cosa, del feminismo, del cambio climático, de lo vegano, de la ciencia —que es como llama el PSOE a su último ideario. No quieren votantes, sino feligreses. Estas acusaciones mediáticas y políticas se pronuncian en tono de profesional del visillo con la misma expresión: “Usted no cree”, “negacionistas”. (…) La yihad climática no parece tener como objetivo salvar vidas humanas. Se difunden cifras escalofriantes sobre estimaciones de muertes por ola de calor y no altera la agenda del clima para evitar las mismas, sino que se utilizan como justificación”.

Miscelánea

"Serrat sigue sin tener la valentía de escribir temas nuevos que contaran lo bien que le ha ido gracias al capitalismo y pese a las estupidisimas teorías económicas y políticas que siempre ha defendido"

Salvador Sostres

Después de esos sofocos, les propongo un picoteo variado. Y les copio y pego como aperitivo esta andanada que, sin motivo aparente, le atiza hoy en ABC Salvador Sostres a Joan Manuel Serrat: “El artista, en lugar de cuidar de sus composiciones durante estos años, se ha dedicado a burlarse de ellas con instrumentalizaciones infames, alargando su cacareo de un modo folklórico y humillante, y sin tener la valentía de escribir temas nuevos que contaran lo bien que le ha ido gracias al capitalismo y pese a las estupidisimas teorías económicas y políticas que siempre ha defendido”.

También en el vetusto diario, Karina Sainz Borgo escoge un pimpampum de manual. Si eres columnero diestro y no estás inspirado, atízale a Pablo Iglesias, no falla. Y, por supuesto, céntrate en lo físico y en el vestuario: “El cambio de empaque tuvo otros toques de efecto. A sus polos y su rasurado de última hora, incorporó un pendiente a lo 'abertzale'. Desde entonces, ya no habla como un obispo. Se apeó del soniquete ecuménico y se enfundó la camiseta del parado. Para gente como Iglesias, la noción de respeto es la contraria a la que predican. La cal, el asalto, las tumbas abiertas… En el fondo, Pablo Iglesias sigue pareciendo un sepulturero”.

Nos acercamos al punto final en La Razón, donde José María Marco continúa ordeñando la teta infinita de la Ley de la ley de Memoria Democrática. Según su peculiar interpretación, el texto consagra la existencia de una violencia buena. A partir de ese ejercicio de onanismo mental, se pone irónico o así: “Es cierto que la izquierda –por así decirlo– ha ejercido la violencia, pero lo ha hecho de modo dulce y benéfico. ¿De qué otra manera debemos comprender esa violencia tolerante y ecuánime? Como es natural, las víctimas de esta violencia dulce no lo son en verdad. Más bien están en la obligación de agradecerla. Al fin y al cabo, se trataba de inculcarles valores tan nobles como la tolerancia y la ecuanimidad, que a todas luces desconocían”.