A la prensa de orden los datos del paro ofrecidos ayer por el gobierno español le parecen demasiado bonitos para ser verdad. Como en la pintada viral que he elegido para titular o en el célebre meme de la tienda de empeños —“No sé, Rick, parece falso”—, denuncian que hay tongo a la hora de contar.

"Yolanda Díaz está engañando al público"

El Debate

La realidad del paro con Yolanda Díaz: menos afiliación y contratos, y el truco de los fijos discontinuos”, abre a todo trapo su portada digital El Debate. Como añadido, este coscorrón a la ministra del ramo: “Yolanda Díaz está engañando al público. Hay casi medio millón de personas que no trabajan camufladas bajo el cambio semántico que ha pasado a denominarlas «fijos discontinuos». Sin ese truco los datos de empleo serían en realidad pésimos, como lo ha sido el mes de diciembre, que refleja una contracción preocupante. Sobra propaganda y falta rigor”.

La Razón saca su propia calculadora y corrige al ministerio de Díaz en su primera página: “El paro real supera los 3,3 millones tras el peor diciembre desde 2012”. Su editorialista acusa: “Un Gobierno colgado de la propaganda”. La tesis es que los ciudadanos vivimos a la fuerza en los mundos de Yupi: “Incluso para el actual Gobierno, pagado de sí mismo, empieza a parecer un exceso contraproducente el manejo que hacen sus portavoces de la propaganda oficial. Tanto es así, que la opinión pública, forzada a vivir en el mundo real, carece de puntos de referencia fiables sobre la evolución de la situación económica española, con una acusada desconfianza que retrae el consumo y las inversiones”.

Ese texto le prepara el camino al director del diario azulón, Francisco Marhuenda, para pedir a modo de gracieta el Nobel de Economía para Nadia Calviño: “La euforia gubernamental sobre los datos de empleo me parece excesiva. No me sorprende, porque los políticos están en modo electoral. Nos tendremos que acostumbrar a este tipo de análisis voluntaristas. Nada me gustaría más que España fuera el ejemplo mundial de una gestión económica brillante y que las grandes universidades nos tuvieran como referencia en el estudio de la macroeconomía. Si fuera cierto, no hay duda de que Nadia Calviño merecería el Premio Nobel de Economía”.

El editorialista de El Mundo también se muestra escamado desde el encabezado: “Una borrosa radiografía del paro”. Vamos, que no se lo traga: “La bajada del paro en 2022 es una buena noticia para España, pero queda descafeinada por la contabilidad creativa que la reforma laboral ha introducido a la hora de establecer el recuento total de desempleados. El resultado –que no incluye a los fijos discontinuos en situación de inactividad– acaba siendo una fotografía poco nítida a la hora de registrar la evolución real del mercado de trabajo. Para que las cifras sean creíbles, el Gobierno debe hacer un esfuerzo de garantía estadística que no sirva sólo para reforzar un relato político, sino para tomar medidas adecuadas en función de datos reales”.

Más sibilino, el editorialista de ABC desvía la autoría de la acusación: “A esto se unen las acusaciones de «maquillaje» de las estadísticas que ha vertido el PP y algunos economistas que acusan al Gobierno de estar disimulando en las cifras de afiliados casi medio millón de 'fijos discontinuos inactivos' que en realidad no están trabajando. No se entiende el oscurantismo del Gobierno en este asunto. El dato de si un fijo discontinuo está activo o no es crucial para los modelos matemáticos que aún confían en el dato del paro registrado. No es lo mismo un trabajador discontinuo en fase productiva que uno que está parado”.

Y también El Español de Pedro J. Ramírez se suma a la desconfianza en un editorial titulado “Una reforma laboral con demasiado maquillaje”, que remata así: “La urgencia real ahora es la de un análisis realista de los datos de empleo para averiguar cuáles de los éxitos de la reforma laboral se deben a ella o se han producido a pesar de ella y son más bien fruto del buen hacer del sector privado español”.

Y aguarden, que les traigo un postre que nada tiene que ver con los datos del paro. Es un fragmento de la carta a los reyes magos que escribe en La Razón el cardenal emérito Antonio Cañizares. Entre sus peticiones, tiene el cuajo de incluir esta: “Que la dignidad inviolable de todo ser humano se respete. Que se respete, de manera muy principal, a los niños, y que no se les «robe el alma» con un ambiente social o una pseudocultura hedonista, alienante y vacía, o con un adoctrinamiento ideológico en las escuelas que les destruye su frágil corazón para amar”. De otra forma de “robar a los niños”, la que se nos ocurre a todos, no dice nada. Como siempre.