Quién me hubiera dicho que después de formarme académicamente y conocer a lo largo de una vida a centenares de personas que me han ido enriqueciendo como ser humano, mi única meta, para realizarme en esta era, es comprar el sofá más cómodo para adentrarme a mi “otra vida”, con el simple gesto de ponerme unas supergafas siderales de coste billonario que me abrirán a un mundo paralelo llamado Metaverso, realizando lo inimaginable sin salir del salón. Con las altas temperaturas, esto parece ser la mejor opción para hacer turismo cultural y artístico por las maravillas navarras sin sufrir insolaciones.

Este universo paralelo puede ofrecer tantas oportunidades como el mundo físico real, con la posibilidad de crear nuestros propios negocios en él y poder charlar con los avatares virtuales de otras personas, que han abierto unas tiendas y nos ofrecen poder probarnos y comprar ropa virtual, un coche virtual, o un apartamento virtual. También puede tener aplicaciones prácticas, como reuniones de trabajo en la que todos compartan una oficina virtual conectándose cada uno desde sus casas. El Metaverso también puede tener su propia economía, con algún tipo de moneda virtual que podamos comprar con nuestro dinero real, e incluso se puedan crear puestos de trabajo como gerente de una multinacional que nunca pudiera conseguir en el mundo real, puestos a soñar...

Lúdicamente, ofrece sinfín de mundos alucinantes pudiendo realizar juegos de todos los niveles extremos y en todos los lugares del universo, desde estar en la superficie de la luna como Armstrong a correr junto a un toro en Sanfermines por la calle Estafeta, sin correr peligro alguno, sin olvidar ser un delantero más de Osasuna.

A nivel humano, el multiculturismo e interculturalidad presente en Navarra ya no nos aportará ninguna interacción ni ningún atractivo de integración terrestre. ¿Qué sociedad se pretende crear? El verdadero enigma es el significado social que pretenden realizar mediante este juego inmersivo, quizás crear una sociedad solitaria y aislada de todo contacto con las personas físicas, siendo estas individualistas y antisociales, provocando así una sociedad con efectos secundarios de depresión, paranoia violenta o crisis de identidad. 

No se debe olvidar que detrás de un avatar hay un ser humano y se necesita llegar a él sin reemplazar las relaciones humanas de base y la frontera física que conlleva. Parece ser que estamos ante la próxima revolución de la comunicación humana.