¿Qué secretos guardaba el móvil de Pedro Sánchez? ¿Conservaba algún tipo de información sensible que le comprometía como presidente del Gobierno? Desde que el celular del líder socialista fue asaltado con el programa Pegasus –al parecer por los servicios secretos marroquíes–, las relaciones con el vecino del sur han dado un giro de 180 grados, rayando en unos casos el ridículo, en otros la sumisión y ahora mismo, tras la matanza de 37 personas que intentaban saltar la valla de Melilla, la vergüenza. Que después de ver el amasijo de cuerpos tendidos en el suelo como si fueran los trofeos de una cacería, Sánchez exprese en público su reconocimiento al trabajo del gobierno marroquí, es para pensar que se le ha ido la ideología, los principios y la cabeza, todo al mismo tiempo. Hace ahora cuatro años, en su primera entrevista tras ser investido en el cargo, Sánchez enfatizaba que “las vallas y las fronteras se pueden proteger sin lastimar a los seres humanos”. Abogó por el respeto a los derechos humanos y apostó por una política migratoria sensata. Más adelante retiró las concertinas de las vallas. Ahora aplaude esa salvajada para la que no hay justificación, ni excusas de mafias organizadas alentando el asalto. Si hay mafias detrás, vayan a por ellas y no a por quienes huyen de la miseria. Ya digo, no sé lo que podía guardar ese teléfono, pero Sánchez se está quedando sin cobertura social y política.