En este preludio caótico de Sanfermines 2022, no conviene olvidar que la derecha puritana y ultraconservadora de Navarra Suma ha intentado dinamitar la exitosa estrategia pactada con el movimiento feminista en contra de las agresiones sexistas. Un objetivo que ha sido bien meditado, y que es ansiado desde hace tiempo por quienes nos (mal) gobiernan en esta ciudad.

Maya, UPN y Navarra Suma creen que la imagen de la plaza consistorial abarrotada de gente protestando por una violación no es buena para Pamplona ni para los Sanfermines. Prefieren retomar el camino de la ocultación y el silencio del pasado, aún a costa de sacrificar el derecho de las mujeres a disfrutar libremente de las fiestas. Para la derecha, nuestro empeño en denunciar públicamente la violencia estructural que sufrimos empaña la imagen de la ciudad.

Por eso, a Maya no le gustan los carteles colocados a la entrada de Pamplona que expresan el compromiso colectivo contra la violencia machista. Maya, UPN y Navarra Suma se mueven más cómodos en la hipocresía de la mentira, y por eso ha callado estrepitosamente ante el aumento en más de un 34% de los abusos sexuales durante 2021 en nuestra ciudad, mientras tocó a rebato por el aumento un 3% de los robos con violencia, con un discurso racista y xenófobo infumable contra menores extranjeros sin referencias familiares.

La derecha no tiene empacho en relativizar los derechos de las mujeres si su ejercicio, reivindicación o defensa enturbia otros fines más lucrativos. Nada más ser elegido, Maya dijo en un rotativo navarro que “con el caso de La Manada, la imagen de la ciudad se llevó un terrible palizón” (26 de junio de 2019). De acuerdo con esta escala de valores, semanas después, el Gobierno municipal decidía no celebrar públicamente, a las puertas de Sanfermines, el triunfo que supuso la sentencia del Tribunal Supremo que dictaminó que aquello fue una violación. Ni una palabra del alcalde ni una triste nota de prensa sobre un fallo judicial que daba la razón a la víctima y al Ayuntamiento de Pamplona. La prioridad, ya lo dijo la responsable de Comunicación municipal en unas jornadas en octubre de 2021, era desvincular como fuera los Sanfermines del caso de La Manada, y la imagen de la ciudad de las agresiones contra las mujeres.

Está claro que Navarra Suma-UPN tiene la tentación de convertir aquella respuesta social referente en el estado en un hito del pasado. La campaña municipal contra las agresiones sexistas ha llegado tarde, o directamente no ha llegado a las fiestas de los barrios. La falta de prioridad y el retraso a la hora de abordar esta campaña para Sanfermines ha impedido que se trabaje, como se hacía en años anteriores, con un sector tan importante de la fiesta como es la hostelería.

Al contrario, la derecha se ha dedicado a cuestionar el protocolo, intentando cambiar por la puerta de atrás esta herramienta consensuada que funciona para arrebatar el derecho a convocar movilizaciones al movimiento feminista. No lo ha conseguido, porque este se levantó de la mesa. Pero en rueda de prensa la concejala de Igualdad ha anunciado que el año que viene tiene intención de volver a la carga. ¡Menos mal que ya no será su responsabilidad en 2023!

Pero ojo, porque ya en 2019 Maya incumplió el protocolo. Informó tarde y mal de una agresión, y retrasó la concentración de repulsa al 13 de julio, cuando el foco mediático ya estaba fuera de Pamplona. Así que este toca estar atentas…

Las derechas están cuestionando a lo largo y ancho del estado todos los hitos alcanzados en la lucha contra la violencia machista. Su planteamiento en Pamplona quedó al descubierto en la alocución de la responsable de Comunicación municipal –nombrada por Navarra Suma– en las citadas jornadas, donde criticó abiertamente la decisión del gobierno de Joseba Asiron de publicar diariamente todas las denuncias de agresión que se produjeran, “incluso cuando luego alguna quedó en unos simples toqueteos…”. Está claro, para la derecha el abuso forma parte del desmadre de la fiesta, y hay que aguantar sin denunciar. ¡Faltaría más!

Las pamplonesas y los pamploneses tenemos la responsabilidad de impedir que Maya termine su periplo calzándose el trabajo hecho por el gobierno anterior junto con el movimiento feminista y la colaboración de la sociedad. Su prioridad estos Sanfermines no va a ser frenar a los agresores ni defender la libertad de las mujeres, sino proteger su imagen particular de la fiesta y evitar que nada la enturbie. Y eso incluye meter, si es preciso, la violencia machista bajo el manto de San Fermín.

En esa Mayaluz hortera que proyecta Maya, las mujeres somos un reclamo ultrajable. Ya ocurrió en su anterior mandato, cuando la imagen de Sanfermines que dio la vuelta al mundo fue justamente la de “los toqueteos” vejatorios a mujeres en la Plaza Consistorial durante el txupinazo, y nadie en el equipo de gobierno se rasgó las vestiduras.

Pero Iruñea no es Mayaluz. En esta ciudad existe conciencia social y feminista. Aquí nos autoorganizamos en peñas, sociedades, colectivos, hay iniciativa popular. Y si se produce una agresión, saldremos. Disfrutemos porque nos lo merecemos. Pero defendamos que queremos una ciudad libre de agresiones sexistas. Gora On Fermin! l

La autora es concejala de EH Bildu en Iruñea