Asisto a la habitual sobreactuación de estos días a cuenta del reiterado y merecido homenaje a Miguel Ángel Blanco. Escucho esos típicos discursos descarados, insidiosos y excluyentes, desde una supuesta superioridad moral arrogándose el monopolio de la decencia. Esos mismos discursos critican y se oponen al mínimo reconocimiento, homenaje y reparación de las vejadas, humilladas y despreciadas víctimas del terrorismo franquista, mucho mayor que el etarra, que es lo que significa la ley de memoria democrática. Lo tramposo es que se opongan por los votos de Bildu, cuando precisamente esos votos son necesarios para aprobar esta necesaria ley, por el sistemático voto en contra de la derecha bajo cualquier excusa encubriendo estos crímenes y a sus autores.

Solo hay que poner víctimas del terrorismo franquista a todos esos discursos para entender el hiriente, ofensivo y vergonzoso trato dispensado hasta ahora a estas víctimas por parte de la derecha político, mediática y judicial. Esa derecha heredera del franquismo, que sigue humillando a sus víctimas y blanqueando y encubriendo sus crímenes oponiéndose y saboteando cualquier iniciativa que visibilice sus impunes crímenes, retirando fondos para recuperar a los enterrados en las cunetas y retirando los mínimos recordatorios y homenajes, como en la Almudena con el de las trece rosas y cerca de 3.000 ejecutados después de la guerra, los versos del represaliado Miguel Hernández, etc. ¿Alguien se imagina que se retiraran recordatorios o se dijera que las victimas se acuerdan por dinero o que Miguel Ángel Blanco era un torturador, que respuesta mediático judicial hubiera tenido?. Se ensalza y blanquea el terrorismo franquista en ongi etorris permanentes impidiendo la retirada de símbolos públicos, nombres de calles a sus criminales, a barcos desde los que se asesinó a miles de ancianos, mujeres y niños que huían de Málaga. Se mantienen los restos de los criminales en lugares honoríficos con la imprescindible participación de esa iglesia cómplice que les sigue homenajeando. Se sigue igualando a los verdugos terroristas golpistas con sus víctimas demócratas y difundiendo sus difamaciones criminalizando a sus víctimas y ensalzando a los verdugos. Como la hiriente infamia de llamarla “ley de la desmemoria” cuando precisamente desmiente estas ofensivas falsedades.

Resulta paradójico que la hermana de un ejecutado desprecie a miles y miles de ejecutados como García Lorca. Que un secuestrado desprecie a miles y miles de secuestrados en condiciones infrahumanas enfermando en ocasiones mortalmente como Miguel Hernández.

Obsceno es escuchar dando lecciones de decencia a alguien que promovió y fue cómplice de la invasión y devastación de Irak, un país similar a Ucrania, con un genocidio de más de 1 millón de seres humanos y el doble o triple de heridos además de los torturados. Alguien con el alma y los bolsillos manchados de sangre.

Resulta paradójico que esta derecha haga disimulada o descaradamente aquello que restriega y atribuye a los demás, comportándose como eso que ellos llaman Bilduetarras.

Franquismo terrorismo. Franquistas terroristas.