De nuevo el Gobierno se enfrenta a la decisión de elaborar los presupuestos y comienza la actividad política, que parece no afectar a la ciudadanía y que solo tenga repercusión en los partidos políticos. Este año un dato ha saltado a los medios de comunicación, la subida del presupuesto de Defensa en un 26,3%. Dicha subida se presenta como otro punto conflictivo entre los partidos que sustentan al gobierno, pero sin que los medios de comunicación expongan toda la información que hay detrás de ese dato.

Los números de los presupuestos del Estado en general hay que saber leerlos ya que no son tan transparentes como deberían serlo. Y los presupuestos del Ministerio de Defensa siempre tienen trampa y ocultación.

La diferencia entre el presupuesto de Defensa y el gasto militar se produce por varios mecanismos para ocultar el verdadero gasto y engañar a la ciudadanía. El más evidente es la inclusión de partidas, que incluso algunas de las cuales la misma OTAN asume como partidas militares, en los presupuestos de otros ministerios. En casi todos los ministerios hay alguna partida que va directamente o indirectamente para el gasto militar. En el Ministerio de Exteriores hay una partida para pagar las misiones militares del ejército español, en el Ministerio de Industria hay varias partidas dirigidas a desarrollar la industria militar, del Fondo de Contingencia todos los años sale alguna partida que se puede incluir como gasto militar, y continúa un largo etcétera.

El incremento del 26,03% del presupuesto de Defensa significa pasar de los 9.500 millones a los 12.825 millones de euros, que sumando las otras partidas que están adscritas a otros ministerios sumaría un total de 26.208,43€, a los que habría que sumar los importes que vengan del Fondo de Contingencia (en los últimos 5 años una media de 1.500 millones), y si seguimos sumando el porcentaje de deuda que le corresponde al gasto militar, el gasto subiría hasta los 40.000.000.000€. Este presupuesto es más que la suma del presupuesto de Sanidad y Educación. Corresponde a 109.000.000€ al día frente a los 63,69 millones del presupuesto anual del Ministerio de Consumo o los 573 millones anuales del Ministerio de Igualdad.

La OTAN, organización militar a la que pertenecemos porque así fue el resultado del referéndum de 1986 por el cual se aceptaba la entrada en la organización militar con tres condiciones, que ninguna de las cuales está vigente en la actualidad (no incorporación a la estructura militar, prohibición de instalar, almacenar o introducir armas nucleares, y la reducción de las bases militares norteamericanas) está exigiendo a los países miembros un aumento en sus presupuestos de Defensa hasta subirlo al 2% del PIB.

Ante esta petición hay que recordarles que el gasto militar es mucho mayor que el presupuestado para el Ministerio de Defensa y que sobrepasa el 2% del PIB, por lo que habría que reducirlo hasta eliminarlo. Además, el gasto militar no sirve para amortiguar los problemas generados por la pandemia del covid ni por la elevadísima inflación causada por la guerra, ni para hacer frente al cambio climático.

En la actual situación de guerra, provocada entre otros motivos por el expansionismo de la OTAN y la lógica militarista de Putin, en la que estamos participando de forma muy directa poniendo las armas que matan (algunos fabricantes están haciendo su agosto, y esos no andan lejos), mientras que el pueblo ucraniano pone las víctimas y recoge la destrucción, habría que apostar por la negociación y la desescalada.

El escandaloso gasto militar es algo que no debería dejarnos indiferentes. Saber que el dinero de nuestros impuestos se dedica mayoritariamente a preparar guerras destructivas que matan gente, destrozan el planeta y generan el hambre por todo el mundo, es el primer paso para actuar en consecuencia.

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