Mes de mayo del año 2019, de forma circunstancial desayuné varios días en un establecimiento ubicado en la zona pamplonesa de Mendebaldea. El primer día, transcurridos varios minutos de las 8.00 de la mañana, un cliente madrugador y puntual jugador se sitúa delante de una de las dos máquinas de juego del citado local y se mantiene jugando durante cierto tiempo. Desde la mesa donde estoy situado, leo en el frente de una de las máquinas esta visible recomendación : Nueva tarjeta, tu saldo en efectivo en… a continuación la entidad bancaria.

Tras leer esa frase medité y realicé estas conclusiones. No soy asiduo a bares y cafeterías, y la proposición que figura en la citada máquina la considero dañina y facilitadora a la adicción al juego para las ciudadanas/os jugadoras/es de las máquinas de juego.

Valoro lo que veo y concluyo con esta decisión: me niego a inhibirme, me propongo personarme en la sucursal de la entidad bancaria que dispone en la Txantrea. Una vez en ella, le comunico a la persona responsable de la misma lo por mí presenciado. Su respuesta no fue la que yo quería escuchar en base a la importancia que para mí tiene la adicción al juego. Me cabreé prudente e interiormente y le argumenté que comunicaría a las/os responsables lo que yo presencié y me marché, dejándole mi teléfono móvil. Al día siguiente dejé de ser cliente de la citada entidad bancaria.

Transcurridos varios días, recibo un WhatsApp perteneciente a la persona responsable de la entidad bancaria de la Txantrea con este texto: “Buenos días, soy la responsable de la sucursal bancaria de la Txantrea, y te llamaba para comunicarte que respecto a las fotos que me mandaste la semana pasada, el responsable de medios de pagos se ha puesto en contacto con la empresa. Entonces, como todas las entidades financieras, hay acuerdos para el pago de tarjetas como cualquier medio de pago. En principio, solamente son los usuarios los que deben de ver esa información, entonces han dado orden y han procedido a notificar que retiren todas las pegatinas instaladas en ese sentido. Esto ha ha sido una cosa de la empresa de juego sin autorización de mi entidad bancaria. Reiterarte nuestro agradecimiento por esta mención al comentarnos lo que has podido ver en una cafetería o en un bar, agradecidos y, nada, espero que vaya todo bien, un saludo”.

Después de lo ocurrido, me sentí satisfecho por mi aportación y me dirigí a la Asociación Aralar de Ayuda y Prevención a la Ludopatía en Navarra/Nafarroa. Me atendió un miembro de la mencionada Asociación, exponiendo por mi parte toda mi aportación contra la adición al juego, en este caso concreto, la máquina instalada para el juego que yo visioné.

Noviembre del 2019, la ciudadanía de la Txantrea nos oponemos a la apertura de un salón de juego en Orvina, frente el número 60 de la Avda. de Villava. Se realizaron asambleas informativas y concentraciones con el racional motivo de impedir la instalación de dicho salón, Pamplona azar y apuestas deportivas. Tres años más tarde, 2022, el citado salón está funcionando a la espera de jugadoras/es.

El pasado mes de noviembre apareció en Diario de Noticias un artículo con el título Muchos “peros”, más para prevenir la adicción al juego cuya autora es la coordinadora de la Asociación Aralar de Ayuda y Prevención de la Ludopatía en Navarra/Nafarroa. Su argumentación es la siguiente: La ley establece límites a la publicidad de empresas de juego, especialmente en patrocinios deportivos, pero Osasuna anunció recientemente que ha firmado un acuerdo con dos empresas de apuestas deportivas en entornos digitales en China y Filipinas.

Cumple la ley, claro, porque no se exhibirá en las equipaciones. Se va a ceñir, dicen, al ámbito regional y a la U televisiva, que permite modificar los anunciantes en función del país en el que se emita el partido. Como si eso fuese un obstáculo para que jóvenes osasunistas puedan apostar.

Alguien debería explicarles a los responsables del club rojillo –este año va a ingresar importantes cantidades económicas– que el número de nuevos jugadoras/es online menores de 25 años en España ha pasado de un 28% en 2016 a un 48% en 2021. El que escribe opina que estas/os ciudadanas/os obtienen gravísimas consecuencias para ellas/os, repercutiendo a la sociedad actual y beneficiando a algunas/os económicamente. A todo lo último aportado, ¿que dicen los socios osasunistas?