En estos tiempos grises, tirando a negros, conviene para oxigenar el espíritu, resaltar aquellos aspectos que, a pesar de los pesares, brillan esperanzadamente en el horizonte encapotado de guerra, pandemia, inflación y pobreza. Así, en el mundo de la economía, vital siempre y más en tiempos de elecciones en España, se han recibido en estos días algunas noticias optimistas, que vamos a continuación a comentar.

Antes que nada recordar que ya desde el segundo semestre de 2022 o antes, se había asustado al personal con augurios casi apocalípticos sobre el porvenir económico de nuestro país. Sin embargo, y gracias en gran parte a las medidas implementadas por el Gobierno de coalición, de exención de impuestos a los alimentos básicos y subvenciones al transporte, reajuste al alza de salarios mínimos para las familias más necesitadas y a la llamada “excepción ibérica”, con el tope al precio del gas y por ende la electricidad, impulsada por los Gobiernos de España y Portugal; se ha logrado contener la inflación, siendo España el país en que más se ha reducido, hasta poco más del 5%. Cifras mucho mejores que el 9% de Alemania y otros países punteros de la UE.

A pesar de todo, hay que lamentar el exorbitante incremento de los precios de muchos productos alimenticios básicos, que induce a pensar en probables movimientos especulativos concertados, que habría que investigar y sancionar, en su caso, por los órganos correspondientes.

Debemos resaltar en todo caso en el lado positivo el excelente desarrollo de las exportaciones, pues, según las últimas cifras oficiales, hasta noviembre de 2022 las ventas de mercancías españolas en el exterior registraron un incremento apabullante del 24%, la mejor marca entre los grandes países de la UE. Las exportaciones de servicios tuvieron un comportamiento aún mejor.

En efecto, el auge en la venta exterior de mercancías ha venido secundado, además, por un significativo incremento de las entradas por turismo con el levantamiento de las restricciones puestas en vigor por la pandemia, acercándose ya a las cifras registradas antes de dicha plaga: más de 70 millones de turistas contra 90 en el año 2019, el mejor año turístico.

Es necesario destacar también otro elemento alentador en este vector exterior y es el relativo al incremento de la inversión extranjera directa. Se trata de aquella que viene a España con intención de quedarse al menos un cierto tiempo integrándose en el proceso productivo a través de la creación de empresas o aportaciones de capital, con participación muchas veces en la gestión de las mismas. Nada de capitales volanderos o especulativos, que lo mismo vienen hoy y se van mañana, según la dirección de los vientos.

Este éxito de la inversión extranjera directa choca frontalmente con todas las mentiras y medias verdades proferidas insistentemente por la oposición de derechas ¿creen ustedes que el capital extranjero vendría a España si fuera un país “comunista venezolano o cubano”, en que no existe seguridad jurídica para los inversores, exponiéndose a perder en cualquier momento sus capitales? La contestación es obvia y debería sonrojar a los que difunden tales basuras dialécticas y hacer reflexionar a los que se las puedan creer.

El resultado de esta boyante situación comercial es, como apunta certeramente el analista Raymond Torres, de la Fundación Funcas, que España es una de las pocas economías europeas que han registrado en 2022 un superávit en su relación con el exterior, muy por encima de países como Italia, que está en números rojos y sobre todo Francia, cuyo déficit exterior por cuenta corriente supera el 46%.

Llama la atención, igualmente de manera positiva, el que nuestro comercio se va sofisticando notablemente, ya que junto a sus integrantes típicos de frutas, hortalizas, aceites y otros derivados de la agricultura, más turismo y automóviles, se compone también, cada vez más, de productos farmacéuticos, bienes de equipo y plantas llave en mano, energía y servicios profesionales.

Este auge exportador ha permitido mitigar el notorio incremento del precio de los productos importados por la subida de los componentes energéticos, la guerra de Ucrania y las dificultades para la compra de componentes del exterior, a consecuencia de la pandemia.

Todos estos factores positivos no nos deben, sin embargo, hacer olvidar que persisten todavía aspectos negativos como el paro, con cifras escandalosas desde tiempo inmemorial, al igual que desfases en la renta per cápita, que no se ha recuperado después de la pandemia y cuyas causas exigirían un análisis más detallado de nuestra estructura económica, sistema educativo, promoción del empleo cualificado y búsqueda activa de una mayor igualdad económico-social, que junto con una mejora de la gestión empresarial, redundarían en un incremento de la productividad.

Pasando de lo local a las perspectivas de la economía global, ¿qué mejor termómetro indicativo que las impresiones del reciente Foro Económico Mundial, celebrado como todos los años en la localidad suiza de Davos? Según todas las informaciones, la impresión general de los líderes económicos y políticos mundiales asistentes, ha sido que lo peor ha pasado y las perspectivas económicas son más optimistas para este año 2023. Las razones de este moderado optimismo tienen mucho que ver con la temperatura de las tres economías más relevantes a escala mundial. Por una parte, se menciona el fin del largo confinamiento por la pandemia en China, que incrementará el crecimiento del gigante asiático con efectos a escala global, las recientes medidas legislativas en los Estados Unidos como la Ley de Reducción de la Inflación, que supone una descomunal subvención pública para la transición a una economía descarbonizada, con inversiones enormes y cuyas ondas se notarán a nivel planetario y la considerable reducción de los precios del gas natural en Europa. Estos tres factores juntos es probable que insuflen en un próximo futuro una dosis de moderado optimismo a los operadores económicos mundiales.

Ciñéndonos a Europa, el sentir general ha sido de ahuyentar las sombras de la anunciada recesión. Fue el canciller alemán Scholz el que descartó la recesión en Alemania. Por su parte, la presidenta de la Comisión expresó también el mismo ánimo, siendo apoyada también por Cristine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo.

Es ciertamente en el plano institucional y académico donde también se ha notado este cambio positivo respecto a la economía internacional según lo recogen medios como el Financial Times, mencionando las declaraciones de la consejera delegada del Fondo Monetario Internacional, Kristalina Georgieva, quien emitió un mensaje de que el futuro no es tan pesimista como antes había asegurado. Y de Larry Summers, profesor del Centro Kennedy de la U. de Harvard y exsecretario del Tesoro de los Estados Unidos, que, a su vez, manifestó sentirse aliviado sobre la situación económica mundial.