Hay niños que cuando les preguntas en un taller qué es lo que escuchan, ellos te responden que el silencio -algo que tú ni siquiera te habías planteado-. Hay otros que piden silencio porque no escuchan lo que estás diciendo y, hasta el momento, les ha parecido interesante y curioso; te da la impresión de que quieren aprender. Lo primero te emociona porque te lo dice una niña de seis años; lo segundo te llega porque te lo dicen alumnos de 11 y de 12 años.

Echo de menos sentarme a conversar con ellos, que tengan esa confianza (como la de los alumnos de 6º del Alaitz conmigo) que solo te la da el tiempo, para que me cuenten sus historias (a pesar de que ya se sabe que hay críos que conectan contigo con solo mirarlos), sus problemas, curiosidades e inquietudes; poder ser cómplices. Y lo echo de menos porque los talleres del programa educativo de la Mancomunidad de la Comarca de Pamplona no ofrecen esa posibilidad que lo críos (y también yo) intentamos buscar entre taller y taller o entre preguntas que lanzas y responden lo que de verdad te quieren contar.

Aunque sea por poco rato, logras conectar con ellos con las tonterías que dices tipo, “¿Qué, te has quedado en blanco; como el papel?” o “Si los peces no beben agua porque el villancico nos dice `pero mira como beben los peces en el río´?” o cuando haces referencia a los “Tra- traperos” (enfatizando para diferenciarlos de los raperos) y ellos te dicen que “malamente, tra tra”- a lo Rosalía-.

Durante estas dos últimas semanas he tenido la oportunidad de poder trabajar durante hora y media y dos horas con alumnos de 4º y 6º de Educación Primaria respectivamente del Colegio La Presentación de Villava. Lo dije la última vez que escribí sobre la Manco, pero lo voy a volver a decir; me voy con el corazón lleno.

Cualquier maestro estaría orgulloso de tener la oportunidad de trabajar con vosotros. Y ya no por lo profesionales que sois y por el buen trato que he recibido siempre por vuestra parte- que también-, sino por los alumnos que tenéis. Porque, son tan majos, tan educados, tan agradables en el trato -lo que en un colegio debería ser lo primordial; los valores que se transmiten-. Tenéis unos alumnos de los cuales cualquier maestro o profesor se podría sentir súper orgulloso de tutorizarlos.

Y considero que gran parte del éxito de que los alumnos sean como son -aparte de que los padres también tendrán algo que decir, por supuesto- es vuestro; de los maestros como Juan Miguel, Inma y Carolina. Y es algo que valoro muchísimo. Gracias desde aquí también por tranquilizarme cuando me estrené en esto, por animarme, por darme aliento, por mostrar interés en las actividades escogidas.

Sirvan estas líneas en agradecimiento y reconocimiento a vuestro esfuerzo, trabajo y dedicación. Puede sonar a palabrería pero las tres veces que he tenido la ocasión de trabajar con alumnos de vuestro centro ha sido una experiencia indescriptible y una sensación única. Y por clases, grupos y niños como los de vuestro colegio- 5º de Jaso y Jesuitas, 4º de Mendialdea, 2º de Escolapios y Catalina de Foix (terminando emocionadísimo… es imposible nombrar a todos- el trabajo en el programa educativo de la MCP merece la pena; y mucho).

Os lo dije a los alumnos que estuvisteis el viernes en Traperos- después de que doblarais vuestros chalecos con cuidado-, si hubiera tenido algo… os lo hubiera dado. Sirva este escrito para compensar todo lo que, quizás sin daros cuenta, fuisteis capaces de darme a mí.

¡Gracias! Eskerrik asko!

Seguimos educando.