La transición energética que absolutamente todas las sociedades -pero especialmente las occidentales- tenemos que afrontar en los próximos años se compone de varios ejes fundamentales. Sin pretender hacer aquí un repaso exhaustivo de los mismos, debemos tener siempre en cuenta la reducción consciente del consumo, el aumento de la eficiencia energética de todos los procesos vitales (movilidad, residencial, actividades económicas, etc.), la apuesta por la generación a través de energías renovables (con especial atención a la generación distribuida y a herramientas como las comunidades energéticas) y, por supuesto y en línea con esto último, el incremento del autoconsumo energético de ciudadanía, administraciones públicas y entidades privadas, como las empresas.

La ciudadanía residente en zonas o edificios protegidos por ley, sin embargo, se encuentra ante una auténtica misión imposible si pretende avanzar en procesos de eficiencia energética o de autoconsumo energético. La Ley Foral 14/2005, del Patrimonio Cultural de Navarra, y una interpretación sumamente restrictiva de la misma, hacen que -para desesperación de muchos de los propietarios- la respuesta de la Administración ante sus legítimas peticiones para instalar elementos de autoconsumo (como placas solares fotovoltaicas en sus tejados) o para proteger su fachada, puertas o ventanas con elementos más eficientes energéticamente sea, sistemáticamente, un no rotundo.

Ante esta situación, el 6 de mayo de 2021 el Parlamento de Navarra aprobó una moción de Geroa Bai que solicitaba la modificación de la Ley Foral 14/2005 para adecuarla a la nueva realidad social y a un nuevo marco jurídico. Además, se pedía al Departamento de Cultura del Gobierno de Navarra que estableciera un desarrollo reglamentario posterior que fuera capaz de “compatibilizar las garantías suficientes para la conservación del patrimonio arquitectónico y cultural navarro con la maximización de la eficiencia energética del mismo y la colocación de instalaciones de autoconsumo energético renovable en los edificios públicos y privados de nuestra Comunidad”.

Esta moción, que fue aprobada con los votos a favor de todos los grupos parlamentarios excepto el Partido Socialista de Navarra (que votó en contra) no ha tenido, todavía, concreción práctica. El Departamento de Cultura, en manos del PSN, se sigue negando en redondo -dos años después- a legislar en positivo en un área en el que Navarra tiene competencias. Ignorando conscientemente, de nuevo, la importancia de nuestro autogobierno en la mejora de la calidad de vida de la ciudadanía navarra, y esperando que sea el Gobierno estatal quien aborde esta importante cuestión.

Las excusas para no elaborar normativa propia que solucione este problema han sido variadas: en las dos ocasiones en las que mi grupo parlamentario ha preguntada a la consejera de Cultura por este asunto (en primavera y otoño de 2022) sus respuestas han minimizado la importancia que tiene para el combate contra la despoblación rural. Negando la evidencia de que contar con autonomía energética y con unos precios estables supone un atractivo indudable para cualquier habitante de nuestra comunidad. Negando la visión de cascos históricos con numerosas casas despobladas en prácticamente todas las comarcas navarras. Y negando, de paso, la discriminación que hay detrás del hecho de que estos propietarios no puedan acceder a las ayudas públicas a la eficiencia y al autoconsumo energético que el propio Gobierno de Navarra -a través de Departamentos más comprometidos con la lucha contra el cambio climático- ofrece hace ya varios años.

Hemos recibido otros argumentos sin fundamento, como que las solicitudes son valoradas “de manera individualizada”, obviando la evidencia de que absolutamente todas las personas residentes en determinadas calles de localidades como Viana, Estella-Lizarra, Obanos, Puente la Reina – Gares, Sangüesa o Pamplona-Iruña (por citar unas pocas) verán rechazada su solicitud, por encontrarse en una zona especialmente protegida (zona que, en muchas ocasiones, comprende a todo el casco histórico). En estas circunstancias, hablar de “decisión individualizada” se antoja una broma de mal gusto. En un momento, además, en el que desde departamentos como Ordenación del Territorio se está impulsando un modelo de ciudad compacta, a través de medidas favorecedoras de su rehabilitación, para convertirlos en entornos más amables y habitables. Para transformar inmuebles que se han ido quedando obsoletos en edificios modernos que sí cumplan con los estándares de calidad de vida que nos hemos marcado en el siglo XXI.

Mientras tanto, una mirada a los tejados de esos mismos cascos históricos desde cualquiera de sus plazas nos proporcionará una bonita visión… de cientos de antenas que -francamente- no parecen tener origen medieval. No parece muy congruente.

En Geroa Bai creemos que es hora de terminar con una situación absurda que está contribuyendo a dejar de hacer atractivos los cascos antiguos de nuestros pueblos y ciudades, ahondando en su despoblación. Contar con estándares básicos de eficiencia energética se traduce -en el día a día- en casas mejor aisladas, más confortables y habitables, en menores consumos de calefacción, en ahorro en los bolsillos de nuestros conciudadanos. Disponer de una fuente autónoma de autoconsumo energético, a través de energías de origen renovable, supone un paso importantísimo de cara a luchar contra el cambio climático, evitando la emisión de cantidades enormes de CO2 a la atmósfera y ahondando en la cultura de respeto al medio ambiente.

Navarra debe hacer uso de su autogobierno para propiciar todo ello, mejorando la calidad de vida de parte importante de su ciudadanía, que se encuentra desamparada ante una situación injusta. La política de “lazo y celofán” que el Partido Socialista está demostrando en temas tan fundamentales como la lucha contra el Cambio Climático puede aportar -en el corto plazo- unos bonitos titulares de prensa, pero se antoja absolutamente insuficiente si lo que se quiere es abordar con seriedad problemas diarios, cotidianos, de la ciudadanía. En el caso que nos ocupa, es factible compatibilizar, desde el rigor y la ambición, la protección del rico patrimonio arquitectónico del que dispone Navarra con usos mucho más sostenibles del mismo. Ciudades como Ámsterdam o Estocolmo lo han hecho, y hoy en día sus edificios conjugan perfectamente criterios estéticos con usos modernos y eficientes. Porque es posible y deseable hacerlo, en Geroa Bai vamos a seguir insistiendo en ello.

El autor es parlamentario foral de Geroa Bai