En medio de este ambiente mitinesco previo a la campaña electoral, Isabel Diaz Ayuso voxiferó que la justicia social es un invento de la izquierda que busca con ello el rencor y la lucha de clases.

Trata con ello de demonizar el mismo concepto de justicia social, como si fuera dicho concepto el origen y fuente de todos los conflictos. Lo que hace con ello es dar la vuelta a la lógica del devenir de las cosas. Hay que señalar que primero es el conflicto social, y, después, que como búsqueda racional de un vía de superación del conflicto surge el concepto de justicia social.

Le doy la razón al pensar que dicho concepto se puede situar dentro de un ámbito de izquierda. Recordemos que la distinción entre izquierda y derecha no quiere sino señalar la diferencia entre quienes quieren cambiar el orden de las cosas y quienes quieren mantenerlas, es decir, conservarlas tal cual. Como nos recuerda el diccionario de la RAE izquierda designa al “conjunto de personas que profesan ideas reformistas o, en general, no conservadoras.”

En el último cuarto del siglo pasado, cuando todavía no había caído el muro de Berlín, un pensador cristiano describía el conflicto social y político que dominaba Europa como un conflicto entre capital y trabajo. Y argüía que “tal conflicto ha surgido por el hecho de que los trabajadores, ofreciendo sus fuerzas para el trabajo, las ponían a disposición del grupo de los empresarios, y que éste, guiado por el principio del máximo rendimiento, trataba de establecer el salario más bajo posible para el trabajo realizado por los obreros. A esto hay que añadir también otros elementos de explotación, unidos con la falta de seguridad en el trabajo y también de garantías sobre las condiciones de salud y de vida de los obreros y de sus familias.” (L.E. 11)

Dicho pensador preconizaba superar la antinomia entre capital y trabajo y en el intento de hacerlo defendía que “Se debe ante todo recordar un principio enseñado siempre por la Iglesia. Es el principio de la prioridad del trabajo frente al capital. Este principio se refiere directamente al proceso mismo de producción, respecto al cual el trabajo es siempre una causa eficiente primaria, mientras el capital, siendo el conjunto de los medios de producción, es sólo un instrumento o la causa instrumental. Este principio es una verdad evidente, que se deduce de toda la experiencia histórica del hombre.” (L.E. 12)

Tres son las cuestiones que planteaba en esa línea: Buscar siempre un salario justo, promover unas condiciones dignas para el trabajo y dar opción a que el trabajo participe en la gestión de la empresa.

A su juicio es deseable que “el salario justo se convierta en todo caso en la verificación concreta de la justicia de todo el sistema socio-económico y, de todos modos, de su justo funcionamiento.” (L.E. 19) Algo interesante de recordar en la semana en que la CEOE se aviene a firmar un acuerdo con los sindicatos en pos del aumento de los salarios.

A la hora de buscar vías para superar los conflictos entre capital y trabajo, según él, “adquieren un significado de relieve particular las numerosas propuestas hechas por expertos en la doctrina social católica y también por el Supremo Magisterio de la Iglesia. Son propuestas que se refieren a la copropiedad de los medios de trabajo, a la participación de los trabajadores en la gestión y o en los beneficios de la empresa” (L.E.14)

Quizá Isabel Díaz Ayuso piense que estoy aludiendo a algún teólogo de la Liberación que haya sido seducido por las tesis marxistas-social-comunistas. Pues no, las palabras en cursiva son de San Juan Pablo II en su encíclica Laborem Exercens. Para Isabel Díaz Ayuso sería todo un izquierdista podemita.

Invito también a Carlos García Adanero, que votó en contra de la última reforma laboral y que cursó estudios de bachillerato en un reconocido centro de inspiración cristiana, uno de cuyos lemas era buscar la santificación por el trabajo, a leer (no creo que sea posible que tenga que re-leer, pues dudo la haya leído alguna vez) la citada carta encíclica.

*El autor es profesor jubilado de Religión y Filosofía