¿Es mejor jugar el segundo partido como local? Ese fue el principal debate entre aficionados y representantes de los equipos tras el emparejamiento de Osasuna y Athletic en semifinales de Copa. El factor campo en eliminatoria a ida y vuelta se antoja una baza a favor del club que cierra la eliminatoria en su estadio, ya que el ambiente, el apoyo de la afición, supone una energía extra si se trata de remontar, resolver en la prórroga o conservar la ventaja. Si la pregunta se trasladara al osasunismo no tengo dudas de que la inmensa mayoría deseaba presenciar la vuelta en El Sadar. Sin embargo, hay que recordar que la única vez que los rojillos alcanzaron la final lo hicieron tras eliminar al Atlético de Madrid (1-0 y 0-0) disputando el segundo partido como visitantes. Por contra, en la semifinal de 2003 frente al Recreativo de Huelva, la oportunidad de solventar la eliminatoria en Pamplona tras el 2-0 de la ida no fructificó. El equipo de Javier Aguirre pecó de precipitación, le desbordó el entusiasmo de verse con un 2-0 en el minuto 43 de la primera parte y acabó empatando y dejando escapar una ocasión histórica de llegar a una final y de ganarla. El factor humano también pesa. Aquel trofeo está en las vitrinas del Mallorca. Por concluir, Osasuna también quedó eliminado en la semifinal de 1935, contra el Sevilla, jugando el segundo partido como local. En las otras dos semis, el Barcelona aprovechó el jugar el segundo partido en su campo para resolver en 1936 y 1988.

El sorteo dejó dos cosas claras: todos querían a Osasuna como rival y que no había ‘bolas calientes’ para evitar un Barça-Madrid. Las diplomáticas declaraciones de unos y de otros no se salieron del guión. El seleccionador Luis de la Fuente sonrió cuando sacó la papeleta del Athletic, equipo en el que fue dueño del lateral izquierdo entre 1980 y 1987. Los antecedentes están también a favor de los leones, vencedores de las tres eliminatorias que han disputado estos dos equipos en 1956, 1961 y 2009. Afrontando el segundo partido como locales o como visitantes, los rojillos acabaron sucumbiendo.

La eliminatoria más apasionante de las tres protagonizadas por ambos clubes estaba, sin embargo, casi resuelta desde el enfrentamiento en Bilbao. El Athletic, que se había proclamado campeón de Liga, ganó 4-1 en la ida de los cuartos de final celebrada en San Mamés el 20 de mayo de 1956. El gol inicial de Villa fue remontado con tantos de la triple M: Mauri, Maguregui y Marcaida. La desventaja de tres goles, sin embargo, no enfrió los ánimos de la afición rojilla que, eufórica también tras el reciente ascenso a Primera, una semana después llenó San Juan. Desde el martes las entradas estaban agotadas, lo que puso sobre la mesa la urgencia de ampliar el aforo del campo, lo que finalmente se acabó acometiendo. Un nuevo gol de Mauri, a poco de iniciarse el partido, acabó con las esperanzas de remontada.

Como escuché decir tras el sorteo a un tertuliano de una emisora madrileña “lo mejor para el fútbol es que Osasuna gane la Copa”. Lo mejor hubiera sido, para llegar a ese escenario, jugar la ida y la vuelta en Pamplona. Por cierto, para acabar con otra pregunta: ¿si Barcelona y Real Madrid son primero y segundo en la Liga, eso quiere decir que Osasuna y Athletic jugarán la Supercopa en Arabia..?