Parece que Osasuna tiene esta temporada algún tipo de idilio con Sevilla y los partidos locos. Desde estas líneas pedimos a la Liga que no ponga más partidos de los rojillos a estas horas y menos en la capital hispalense, que a ver quién se va a dormir tras lo vivido en el Sánchez Pizjuán. 

Poco hacía pensar que Osasuna plantease un partido como el que hizo apenas tres días antes de uno de los encuentros más importantes de la década rojilla. Arrasate tiró de fondo de armario, pero es que cada vez que lo hacen, responden. La primera parte fue de un dominio rojillo abrumador. Lo único malo fue el resultado: 0-1. Era para haberse ido con dos goles o tres al descanso. Primero David abrió la lata segundos después de que Moncayola casi marcase y obligase a Bono a lucirse. 

No tardó mucho Osasuna en sacar el laboratorio de Tajonar a relucir. Y no es una jugada de estrategia, Aimar Oroz demostró eso que recuerda Braulio siempre: los kilos de músculo que ha cogido. Con ellos aguantó varios empujones sevillistas hasta que pudo ceder a Pablo Ibáñez, que filtró el pase a Moncayola que cedió a Barja para que este marcarse. Solo lo fastidió la minuciosa vista del VAR para dar un fuera de juego milimétrico. 

Luego tuvieron ocasiones Kike García, Barja, Darko...un festival, pero no consiguieron finiquitar el encuentro. 

Y en la segunda parte se desató la locura. El Sevilla reaccionó y logró el empate pese a que Aitor también quiso su pastel de protagonismo con varias paradas de mérito. La suerte sonrió a Osasuna con el segundo gol, tampoco vamos a apuntar medallas de más, pero el equipo volvió a sobreponerse a otro segundo empate.

Lo hizo gracias a una peinada de Pablo Ibáñez (cuidado al crecimiento del chaval) que dejó solo a Abde. Sí, como en la Copa. Sí, contra el Sevilla. De nuevo corrió el marroquí y definió a la perfección. Bono tiene que tenerle algo de tirria al de Osasuna, le marca siempre. 

Una locura de 45 minutos. No pocos habrán llegado hoy con ciertas ojeras al trabajo. Pues esperen, que esta semana tocan un par de días más así.Y esperemos que con el mismo final. Lo que está claro es que Sevilla tiene un color especial. El rojo, concretamente.