Osasuna como club, como sentimiento colectivo, alma embriagada, sale sin duda reforzado de una final que supuso un disgusto gordo tras un mes de ilusión vibrante. El equipo también tiene que salir aupado de una final que era una tarea colosal y en la que se enfrentaba seguramente al rival más poderoso en este tipo de contiendas.

Osasuna salió a por el Madrid. En el primer minuto con 6 hombres en su campo orienta la salida de la pelota hacia el costado.

El Madrid hizo sangre en dos lances puntuales a los de Arrasate y el análisis del partido deja ciertas claves que hablan muy bien del arrojo de los rojillos y que ayudan a observar que las concesiones, incluso las más nimias, pasan factura en este tipo de encuentros.

El inicio del encuentro le sirvió al Madrid para echarle hielo a la caldera. Jagoba no decepcionó a quienes le conocen y saltó al campo a proponer cosas y a decirles a los de Ancelotti que este Osasuna no conoce ni de miedos ni de tibiezas. En la primera jugada con posesión para los blancos, los rojillos se fueron a por ellos y el Madrid cambió el registro que se le suponía. Por desgracia el plan les salió.

Militao envía un balón largo y profundo a Rodrygo.

La jugada del primer gol la inició el Madrid en su área, donde los centrales y Courtois empezaron a repetir pases en busca de una salida. Aimar Oroz y Budimir, llevando al equipo a la frontal, taponaban la posible filtración de la pelota al medio y orientando hacia el costado, mientras que el resto de mediocampistas apretaban las líneas hasta arrejuntar a seis jugadores de Osasuna en el campo madridista.

Valverde combina con Rodrygo y cambia luego de orientación el juego hacia Camavinga.

Así, el balón salió a través de Militao, en un balón largo y orientado para la velocidad de Rodrygo. El goleador merengue llevó antes a la pelota que Cruz, la retuvo para la llegada de más efectivos y allí aparecieron Valverde y Benzema, que combinaron cerca del saque de esquina, para fabricar una acción que a la postre fue decisiva.

Camavinga recibe la pelota tras el cambio de orientación de Valverde. Osasuna está muy basculado y Vinicius se abre a la banda para recibir

La defensa de Osasuna concentró elementos por aquel lado. David García y Juan Cruz pararon una primera irrupción de Rodrygo, el balón volvió a Valverde y este decidió cambiar la orientación. Fue un cambio de juego preciso y eficaz, de los que Jagoba y su equipo no deseaban. En el otro costado, con Osasuna muy basculado, apareció Camavinga, en tres cuartos y por dentro, cerca de la amenaza en la frontal que siempre supone Kroos. Los de Arrasate tuvieron que correr para el otro lado.

Vinicius supera a Moncayola, Peña llega a la ayuda pero el brasileño está ya en el área.

Allí se le quedó a Vinicius un mano a mano contra Moncayola mientras Rubén Peña trataba de regresar metros atrás. El de Garínoain no quería que el brasileño se fuera por dentro para su pierna fuerte y este le recortó hacia su izquierda. Peña recuperó la ventaja y se le puso delante en el área, pero Vinicius le superó con varios amagos y le ganó la partida por la línea de fondo. Una vez que el extremo se pone cuerpo por delante es intocable por esa bula que tiene con los árbitros y la tendencia a precipitarse al suelo si nota algún contacto.

Vinicius, en el área pequeña, pone la pelota por debajo de las piernas de Aridane. Rodrygo remata desde cerca y con Juan Cruz un poco alejado.

Llegados a ese punto, Osasuna tenía un entuerto gordo que resolver. El Madrid solo tenía dos rematadores, Benzema y Vinicius, igual que en el segundo gol, pero esos centros son muy complicados de defender porque Vinicius está demasiado cerca de la portería. La pelota que sirvió cayó en mitad del área, donde Rodrygo suele pulular a la espera de cualquier despiste. El lateral Juan Cruz trató de que no le cogiera la espalda y se quedó un palmo lejos. Así que, pese a que el carrilero rojillo se lanzó al césped para tratar de agigantar su figura, el brasileño embocó con la izquierda sin remisión.

Kroos recibe la pelota y abre a Vinicius que está pegado a la cal. Moncayola le dice a Peña que se le acerque.

Osasuna se repuso del primer golpe como lo hacen los equipos convencidos y bien armados. Pero el segundo tanto fue demasiado mazazo. Lejos de que sobreviniera de una acometida persistente, el Madrid encontró un gol de la nada. Lo inició en un saque de banda, después de que el Chimy sustituyera a Budimir y Rudiger a Tchouameni. El cambio de los blancos colocó a Camavinga de pivote y el francés fue el que recibió el saque de banda para proseguir el ataque. Desde ahí abrió en banda a Kroos y este le hizo llegar la pelota a Vinicius, que de nuevo estaba pisando la cal.

Vinicis encara a Peña y se va por fuera. Se marcha del rojillo y se adentra en el área. Hay dos rematadores en el área.

Esta vez, al brasileño le saltó Peña en primer lugar pero volvió a recibir con demasiado espacio por delante. Se fue del rojillo hacia la izquierda con un regate que se le fue para centrar con la zurda y ahí, cuando Moncayola y Aridane esperaban que era el momento en que Vinicius pasara, el brasileño decidió amagar y seguir hasta el fondo. Parecía que se le iba la pelota pero llegó a tiempo y en otra escena idéntica, Vinicius puso otro balón que fue un puñal.

Vinicus vuelve a centrar muy cerca, David realiza un despeje defectuoso y la pelota le llega a Kroos que ni aparece en la imagen.

Otra vez centró muy cerca de la meta y en esta ocasión el esférico lo interceptó a medias Moncayola para que, a continuación, David empalmara un despeje mordido a bote pronto.

Kroos remata dentro del área y David rechaza.

El Madrid esperaba en el balcón ese rechace y Kroos se anticipó a todos para tener un remate diáfano. Y luego ocurrió otra sucesión de azares fundamentales en el fútbol. El disparo del alemán pegó con tan mala suerte en la bota de David, que había salido a taponar con el alma, que la pelota le quedó franca a Rodrygo en una suerte que domina. La Copa se decidió ahí. Toca aprender.

Rodrygo recibe una rechace afortunado y la emboca.