A la UEFA apenas le ha temblado el pulso para echar fuera de sus competiciones europeas a al menos siete clubes (solo condonó al Steaua de Bucarest, en 2013, al que no le aplicó sanción) desde que endureció sus criterios de admisión en 2007 con una normativa antiamaños. El reglamento, estricto y rígido, ha sido aplicado de forma severa en varios casos, aunque ninguno de ellos afectó a un club de primera línea europea.

Hasta el momento existen siete precedentes en los que incluso se observa cómo la UEFA se pasó de frenada en algunos casos (como el Fenerbahçe, al que impidió jugar en Europa durante dos temporadas y finalmente la Justicia ordinaria absolvió a sus dirigentes de acusación de amaños) y en otros no le importó que el equipo en cuestión incluso fuera primeramente admitido en su competición para luego sancionarle cuando ya había superado una eliminatoria.

Así ocurrió con el Metalist Kharkiv ucraniano, que eliminó en la 2013-14 al PAOK griego en una previa de la Champions. Pero apenas unos días después de que pasara aquella ronda, terminó siendo descalificado de la Champions. El motivo fue que la Federación de Fútbol de Ucrania halló culpables en 2010 al Metalist y al Karpati de amañar un partido oficial.

En 2008 fue el Oporto el que fue apartado de la Champions por un caso de soborno que se investigaba y del que finalmente resultó absuelto. Igual le ocurrió al Fenerbahce tras ser acusado del amaño de la final de Copa de Turquía en 2011. La UEFA le sancionó junto al Besiktas por un informe de la Fiscalía turca. Todos los implicados, eran más de 35 personas, resultaron finalmente absueltos de esa acusación.

Pero la UEFA ya había decidido con su criterio discrecional sobre si eran culpables o no. El hecho de que el organismo futbolístico no se pliegue a las resoluciones de tribunales de otra índole y su comité de Ética y Disciplina resuelva en base a su propia normativa preocupa de lo lindo en Osasuna. Además, en 2018, el Skenderbeu de Albania, el Pobeda de Macedonia y el Ventspis letón son los clubes más duramente sancionados. A los albaneses les cayeron diez años, a los macedonios, ocho: y a los letones les castigaron con siete años sin jugar.