Dejó su trabajo en bares y tiendas de ropa para lanzarse al mundo autónomo y crear su propio negocio. El pasado sábado se inauguró en el número 7 de la calle Bergamín CarlinArt, tienda de la pamplonesa Andrea Rubio, de 31 años. El nombre hace referencia al perro carlino que adoptó con su madre hace 12 años, y el establecimiento ofrece “productos originales, artesanos, de calidad y a buen precio”. Hija de artesana, “me empezó a picar la curiosidad cuando mi madre lo hacía en casa, y le ayudaba con las cositas más simples. Cada vez me enseñaba más cosas, y para cuando me di cuenta ya estaba ayudándola en los mercados”, destaca Rubio, que se define como artesana “al más puro estilo clásico, de las que se hacen mirando y probando. La segunda generación, tomando el testigo de mi madre Lola”.

Andrea comenzó a trabajar en las ferias de artesanía, “en el momento que te haces artesana de Navarra te las van notificando y vas postulando para ver si te dan puestos. Al principio cuesta hasta que ven tu producto, y luego las organizaciones son muy agradecidas y siempre te llaman y te ayudan en todo lo que pueden. Entre artesanos hay muy buen rollo”

“Para mí se quedan los nervios y el estrés que he pasado, pero merece la pena”, asegura sobre el proceso para poner en marcha su negocio. “La verdad es que la burocracia no ayuda mucho, exigen una barbaridad de cosas y papeles. Pero con una buena asesoría y un buen arquitecto no hay nada que no se pueda conseguir, así que animo a los que se lancen a tener asesor lo primero”, bromea.

Dice que su punto fuerte es “la experiencia que tenía en el trato al cliente, he trabajado siempre de cara al público y me ha venido bien. No vale solo la calidad del producto, que hace mucho por supuesto, sino también el trato de artesano/cliente y explicar bien los productos y su proceso”. Por último, destaca su “polivalencia. Me amoldo muy rápido, así que si no me sale una cosa pruebo otras. Intento no estancarme porque así es como salen nuevos productos y la variedad”.