Cuando saltaba al burro con sus amigos por las calles de la ciudad: San Isidro Labrador,muerto le llevan en un cajón. El cajón era de pino, muerto le llevan en un pepino. El pepino era de a cuatro, muerto lo llevan en un zapato... David escuchó esta melodía con 12 años y la apuntó en una libreta. Era la primera que recogía por escrito.

Este domingo, 36 años después, publica con DIARIO DE NOTICIAS el Cancionero infantil de Pamplona, un libro que recoge 450 canciones, retahílas y otras fórmulas que los niños y niñas de Iruña entonaban mientras jugaban al corro, saltaban a la cuerda o hacían palmas. “En Navarra apenas existían publicaciones que difundieran el patrimonio de la tradición oral infantil”, defiende David.

La obra recoge numerosas fórmulas de sorteo –Una mosca puñetera, En un café rifaron un pez o Pito, Pito gorgorito–, juegos para atraparse –La gallinita ciega, Tres navíos, El escondite inglés o Carabí,Carabá– o canciones para saltar a la cuerda como Al pasar la barca, El cocherito leré, La reina de los mares, Al Rebullón o ¿Dónde vas Alfonso XII?

“Hace años, los romances, que se remontan a la Edad Media, se cantaban mientras se hacía el pan o se pelaba el maíz; hasta hoy se han conservado como pequeñas canciones que se cantaban mientras se saltaba a la cuerda”, explica David, historiador y etnógrafo.

David también ha recopilado canciones de goma –Vampiro Soy, Anclas, clas o Patiná, patiná–, para hacer palmas –En la calle veinticuatro, Antón Carabina– o juegos callejeros con melodías propias como El florón está en mis manos, A la sillita de la reina, Pase misí, pase misá o A la una, saltaba la mula. “De pequeños, siempre estábamos jugando en la calle con estas canciones”, recuerda. 

El libro también recoge canciones que solo cantaban los niños y niñas de Pamplona. Por ejemplo, A San Fermín pedimos. “Una persona hacía de toro y el resto corríamos delante de él. Es uno de los recuerdos que tengo de mi infancia”, relata.

O melodías versionadas a la navarra. En el juego A la Zapatilla por detrás, en vez de decir “¡A dormir, a dormir, que los Reyes van a salir!” se entona “¡A dormir, a dormir, que mañana es San Fermín!”. Y la letra “Salí de La Habana un día, camino de Santander” se sustituye por “Salí de Larraga un día, camino de Mendigorría”.

En el cancionero también aparecen algunos dichos muy breves, adivinanzas, trabalenguas o canciones de corro muy antiguas. “Cuentan con siglos de existencia. Sin embargo, muchas de estas canciones solo perviven en los recuerdos de las personas que se divirtieron en la infancia con estas melodías”, apunta. Por ejemplo, El pobre lancero, La doncella guerrera o Me casó mi madre.

60 entrevistas

David ha entrevistado a 60 vecinos y vecinas de Pamplona mayores de 40 años “que han jugado como antaño, en la calle, donde se aprendían las canciones”, comenta.

David comenzó con su madre, Floren Iturmendi, y su mujer, Amaia Echávarri. “Tienen una memoria increíble. Han sido muy pacientes y me han contestado a muchas preguntas. Son la base principal de este proyecto”, asegura.

El boca a boca hizo el resto. “Entrevistaba a una persona y me recomendaba a una amiga que sabía más canciones populares. Nos hemos llegado a juntar cuatro personas y hemos pasado un buen rato charlando. A la gente mayor le gusta recordar su época de niñez porque se olvida del día a día, de los dolores, de todo”, apunta.

La mayoría de los entrevistados han sido mujeres. “Los niños siempre hemos sido más brutos. Jugábamos al fútbol o tirábamos piedras. Las chicas saltaban a la cuerda, hacían palmas... Juegos en los que se entonaban estas canciones”, indica.

David agradece a las 60 personas que “han rascado en lo profundo de su memoria para compartir conmigo estos recuerdos de su infancia. He tenido mucha suerte porque he dado con personas con muy buena cabeza, muy interesantes y un repertorio muy amplio”, halaga.

El libro también cuenta con un CD que contiene 160 canciones. “Antiguamente, las letras se escribían en los libros, pero no había ninguna forma de conservar la música. La gente no sabía cómo entonar o con qué ritmo cantar. Ahora, podemos grabar y escuchar la música. Es la mejor forma de conservar y transmitir este patrimonio cultural”, defiende.

Las canciones las cantan las mismas mujeres que participaron en la investigación. “Lo hicieron de maravilla. Con una profesionalidad que me asombró”, confiesa. Además, el libro dispone de unos códigos QR que, si se escanean, permiten escuchar otros 60 audios.

Aunque el libro ya está finiquitado, David quiere que la gente le siga mandando canciones infantiles populares a su dirección de email laminarra@gmail.com . “Ojalá más personas quieran compartir sus recuerdos”. Además, anima a la ciudadanía que grabe a las madres y abuelas cantando estas melodías. “Es la forma de que perduren y que no se pierdan con el paso del tiempo”, defiende.