Es un deporte nuevo, curioso e integrador. El rugby subacuático llegó a Iruña desde Valladolid de la mano de Laura Sambo Nieto en 2019. “Yo jugaba en Valladolid y me mudé a Pamplona con una amiga. Ese año, tenía una competición importante y la animé para que entrenara conmigo. Un día, apareció un chico y nos preguntó qué hacíamos. Le dijimos a ver si quería probar y le gustó. Siendo tres ya se puede crear un club en Navarra, así que hablamos con la Federación de Actividades Subacuáticas y nos apoyaron mucho para sacar adelante el equipo”, explica.

Tan solo faltaba el nombre. “Un día, yendo en la villavesa, vimos que en todas las vallas de Pamplona hay un león y pensamos que los Leones era buena idea porque todos los equipos de rugby suelen tener como nombres de animales. Se nos ocurrió de repente y nos encantó”, asegura entre risas. 

Entrenamiento de los Leones de Pamplona de rugby subacuático

Entrenamiento de los Leones de Pamplona de rugby subacuático Unai Beroiz

De este modo surgió el equipo Leones de Pamplona de rugby subacuático, un peculiar deporte que solo practican cinco conjuntos en todo el país. “El rugby subacuático se juega seis contra seis dentro del agua y cada jugador tiene su cambio fuera. Se disputa en una piscina de entre 3,5 y 5 metros de profundidad y hay dos canastas en el fondo. El balón es redondo, tiene flotabilidad negativa (se hunde) y el objetivo es meter gol en la portería del equipo contrario. Jugamos con aletas, máscara y tubo”, explica.

En España no existe una liga porque sería demasiado cara. “El problema es que nosotros nos tenemos que pagar de nuestro bolsillo la equipación y los viajes. La Federación Navarra de Actividades Subacuáticas nos ayuda un montón, pero nos tenemos que autogestionar todo en cuanto a dinero y estamos buscando patrocinadores. Ahora mismo costaría mucho tener una liga, así que se hace un Campeonato de España en dos jornadas”.

En julio de 2019, el equipo disputó su primera competición. “Se puede jugar entre seis y doce, y nosotros solo íbamos siete, que es un número muy reducido. Era una misión un poco suicida, pero estuvo muy bien porque todo el mundo disfrutó mucho. Es un deporte distinto que engancha un montón porque hay muy buen ambiente en las competiciones”. 

Después de ese primer campeonato, el equipo creció bastante para el comienzo de la temporada siguiente. “Ya éramos casi 20, pero enseguida llegó la pandemia. Fue bastante desastroso para nosotros porque entrenamos en una piscina, que es un espacio cerrado. Pero bueno, hicimos bastante piña haciendo ejercicio online. Luego, cuando pasó todo, estábamos muy animados de poder volver a entrenar. Se echaba de menos el agua”, asegura.

Ahora, el equipo lo forman 25 personas –pese a haber varias bajas por Erasmus– y están en plena disputa del Campeonato de España. “El día 15 de abril jugamos en Madrid la primera jornada y tenemos la segunda parada el 3 de junio en Girona. Somos todavía un equipo muy nuevo. Excepto contra el Zaragoza, que es un club aún más reciente, el resto de partidos los perdemos. Pero bueno, poco a poco. La experiencia hace mucho. Ir a competir juntos se nota y todavía hay diferencia entre jugar y jugar a ganar. Tenemos mucho margen de mejora”.

Un deporte apto para todos

Además, el equipo sigue buscando nuevos jugadores. “Lo bueno es que es un deporte que se adapta a todo el mundo. Somos un grupo muy hetereogéneo en el que hay gente de todas las edades y de todos los tamaños. Por ejemplo, yo soy una chica muy pequeña, pero puedo competir y jugar en el mismo equipo que gente mucho más grande. Suena como algo muy difícil y cansado, pero la verdad es que es muy divertido y se adapta a todo tipo de personas”, remarca. 

“Vamos un poco a rachas. Sí que hay un goteo de gente que pregunta y que viene a probar, pero es verdad que tenemos temporadas en las que nos cuesta más encontrar a jugadores nuevos. Yo llevo jugando desde 2010, 13 años. Hacía natación sincronizada y, cuando llegué a bachillerato, ya decidí que no era lo mío. Quería seguir en un deporte de agua y veía a esta gente que se lo pasaba muy bien al lado. Les pregunté y me gustó mucho. Es un deporte que en Valladolid lleva unos 20 años y que yo traje aquí y sigo trabajando para que llegue a más gente”, concluye.