“Aquí vive un barrio”. El lema de AZ Sare Komunitarioa encabezó ayer la multitudinaria foto de familia del Casco Viejo de Pamplona. El barrio celebró su día grande con una jornada plagada de actos y reivindicó su protagonismo. “Tenemos un reto que es recuperar el espacio público, es una prioridad. Cuando recuperas el espacio público recuperas el espacio donde tienes las relaciones y la convivencia. Eso es fundamental. Y a la vez supone que no entre el capital como está entrando, a saco, porque hemos pasado de los pisos a la hostelería, y vamos de lobby en lobby”, dijo Ana Goia, que participa en distintos proyectos del barrio con AZ Ekimena.

Del Casco Viejo de toda la vida y vecina de sus tres Burgos –nació en Jarauta y de allí a la calle Mayor, Compañía y Sarasate– Goia reconoció que el tejido asociativo de su barrio “no tiene precio. Por eso se elige. Sabes que vas a tener más incomodad de coche, de tal y cual, pero también que tienes una vecindad que te va a echar un cable, que te va a comprar el pan si andas mal, que te vas a parar en la calle a hablar... Me parece el mejor barrio para vivir, sobre todo por su gente. Y urbanísticamente es una maravilla, aunque tengo gran pena por ver el deterioro del Casco Viejo que yo he conocido. Esto es un baño al aire libre, una terraza al aire libre. Hecho en falta el comercio antiguo, los pisos baratos... hay que pelearlo”, defendió.

Ambiente festivo y presencia de la comparsa de gigantes del Casco Viejo durante la jornada. Patxi Cascante

“Hoy es el día grande, el que concentra a la gente del barrio. Es un momento del barrio; la foto, la comida... Es la sensación de que estamos los de casa y lo celebramos lo de casa, y eso satisface”, dijo por su parte Karlos Urdániz, de la Jai Batzordea. También se refirió a las luchas del barrio “por las dificultades que conlleva la masificación. El barrio tiene una conciencia propia, y no es la que nos están organizando. Es un barrio que se mantiene en lucha para que tenga una vida propia, no que nos la impongan desde fuera. Porque muchas veces la masificación de actos y actividades provoca que los que vivimos aquí tengamos dificultades para hacer cosas dentro de nuestro barrio”, aseguró. Y recordó que los actos de la comisión de fiestas “se organizan de manera que se moleste lo menos posible a los vecinos. En la comida se deja todo limpio, el rato que tenemos de fiesta en Auzoenea se recoge luego la calle, hay un espacio de tiempo máximo para molestar en una calle, se controlan los decibelios, etc...”.

Un pequeño gigante por las calles del Casco Viejo. Patxi Cascante

Clara Sanz llegó al Casco Viejo hace tres años “porque tenía ganas de mezclarme con la gente y de barrio, barrio. Yo vengo de Zizur, que tiene otra manera de habitar, y aquí encontré eso. Más allá de venir los fines de semana, tenía ganas de que eso fuera una manera de vivir. Porque vienes a pasar el fin de semana como lugar de ocio, y hasta que lo habitas no te das cuenta de que aquí vive un barrio. No es solo tu lugar de recreo”, explicó. “Es un lugar fácil al que llegar sin haber estado aquí. Hay espacios de encuentro”, añadió. Un día Clara paseaba por Jarauta, se asomó a la huerta de Piparrika en la plaza Santa Ana, un vecino le contó cómo el barrio había recuperado un espacio privado, le gustó la iniciativa y ahora participa activamente en el colectivo. “Está el trabajo de huerta en sí mismo y luego ese espacio comunitario de intercambio, de curro con colectivos... eso es lo que a mí me interesa”, reconoció.

“Este es el día realmente del vecino. Todo el año se hacen actividades, pero son para fuera. Estamos constantemente recibiendo a gente. Y hoy es un día para encontrarnos, juntarnos y también reivindicar las cosas que normalmente no se ven, pero que hacemos diariamente. Por eso están en Mercaderes las mesas en las que los colectivos explican su trabajo. Y por eso durante la semana han salido a la calle las actividades que se organizan habitualmente en el barrio”, comentó por su parte Alberto Ruiz, de la Jai Batzordea. Ruiz destacó la “personalidad” de un barrio al que llegó desde Iturrama hace más de 20 años, y cómo “cada año nos juntamos más gente y es un barrio más vivo. Y tenemos una pelea por delante muy larga, porque parece que hay gente que lo quiere convertir en el patio de ocio de la ciudad, y para nosotros es nuestra casa, es donde vivimos”. l