“Mi objetivo al iniciar el Manomanista era llegar al tercer partido con vida”, explica Joseba Ezkurdia. El manista de Arbizu sufrió una rotura de fibras en los isquiotibiales mientras preparaba el asalto a la única disciplina en la que todavía no ha besado la lana y su participación corrió serio peligro. Al delantero de Aspe, fuera de competición desde el 26 de febrero tras quedar eliminado a las primeras de cambio junto a Julen Martija en un gris Campeonato de Parejas, se le aparecieron los fantasmas. Él mismo recuerda que “estuve 18 días parado, sin hacer nada”. “Cuando jugué el primer partido contra Erik Jaka (ganó 22-14 en el Astelena de Eibar) y el segundo ante Darío (perdió 10-22 en el Ogueta), me veía de piernas muy lento. No me salían las jugadas y no las veía. Me veía muy mal. He logrado llegar vivo al final de la liguilla de cuartos de final”, desbroza el voleísta de Sakana, un purasangre con un aura competitiva enorme. 

Y es que un nubarrón de dudas se abrazó al destino de Ezkurdia desde que dio el visto bueno a su presencia, que llegó a pender de un hilo por la incertidumbre que genera una rotura muscular que suele acarrear un proceso de cicatrización estricto a menos que se pretenda hacer jirones las zona y, por tanto, agravar la lesión. Ha ocurrido en muchas ocasiones en todas las modalidades deportivas. Implica riesgos. Con todo, a Joseba no se le multiplicaron las molestias en sus dos contiendas, disputadas en apenas cinco días. “La semana pasada hice un buen entrenamiento en el frontón y pude ensayar con normalidad. Estoy con ganas, con ilusión. Me veo bien”, destaca. De hecho, el navarro realizó el martes de la semana pasada una sesión exigente con Aitor Elordi en el Astelena de Eibar que sirvió para recuperar las sensaciones dentro de la cancha. Esa es la madre del cordero para Joseba: el volver a estar encanchado. Es clave de cara a tomar distancias, encontrarse con la pelota de forma correcta en una modalidad que requiere de explosividad y paciencia, oler sangre y prever el juego del rival. 

Enemigos íntimos

Le pondrá a prueba este sábado en el Labrit de Iruñea un enemigo íntimo: Peio Etxeberria. Es la primera vez que se cruzan en todo el frontón. Inédito. En juego: llegar a la semifinal del Manomanista. Caza mayor. El de Zenotz, pelotari de ritmo, apóstol del espectáculo, viene con mucho trote en las manos. Es su quinto partido en la distancia. Lleva 1.119 pelotazos a buena. Desde la previa, en la que descabalgó a Danel Elezkano, está viviendo en el alambre. Ezkurdia dice de él que “está defendiendo mucho, está disfrutando. Se le ve físicamente muy muy bien. Está cómodo en defensa y sufriendo”. Flores para su amigo. Entrenan juntos el físico y son inseparables. Eso sí, en la cancha no hay colegas. En el acotado se han cruzado cuatro veces y Joseba nunca ha tenido piedad. El último precedente, en la semifinal del Cuatro y Medio de 2022 en el mismo escenario, el veterano le metió un 22-15. 

Peio Etxeberria no duda: “Ezkurdia viene muy de tapado. Contra Darío, que hizo un buen partido, no dio su mejor versión por mucho y está mucho mejor que entonces”. El de Ultzama lo comprobó in situ: estuvo presente en el ensayo contra Elordi, pues antes se había ejercitado junto a Julen Egiguren. Y no se fía. “Tendré un partido difícil y tendré que hacer todo muy bien si quiero ganar”, certifica el puntillero. 

El premio es muy gordo: disputar la semifinal del campeonato rey ante Jokin Altuna. Y lo que se traduce: asegurar ser cabeza de serie en 2024 y soñar con la final más grande y, por qué no, con la txapela que pone a los pelotaris en las enciclopedias. Jugando a contrapelo desde el inicio y tras remontar a Jaka del 9-2 al 12-22 final en un choque decisivo, el campeón de Promoción en 2021 reconoce su evolución: “Antes igual sí le daba más vueltas a ganar los partidos importantes, pero he mejorado en eso. Las oportunidades son todos los días. Sí que es un partido bonito, aunque no pasa nada si pierdo”. Relatividad para Peio. Dudas solventadas para Ezkurdia. El Manomanista busca su tercer opositor tras Darío y Altuna III.