La Ejecutiva de UPN acordó ayer por unanimidad concurrir en solitario a las elecciones forales y municipales del mes de mayo. Los regionalistas dan por finiquitada la coalición Navarra Suma y apuestan por recuperar sus siglas con la esperanza de que los comicios abran un nuevo escenario político que les facilite la vuelta a poder. Algo poco probable a día de hoy, pero que parece la única opción posible para una derecha que incluso en el mejor de los escenario sigue lejos de la mayoría absoluta.

La decisión en cualquier caso ha sido exclusiva de su presidente, que ayer lo planteó a la dirección del partido como algo definitivo. Ni siquiera ha habido margen para escenificar una negociación con el PP, que se había torcido en las últimas semanas a base de mensajes cruzados y expectativas elevadas. Esparza ha optado por cerrar el debate antes de que se pudiera complicar.

El anuncio, eso sí, se escenificó de forma unitaria. Todos los miembros de la ejecutiva, a quienes Esparza había reclamado expresamente su presencia ayer, comparecieron de forma conjunta en la sede del partido de Pamplona. También Alejandro Toquero, alcalde de Tudela, y que según algunas fuentes habían mostrado internamente su temor a que la ruptura de la derecha pudiera poner en riesgo la mayoría absoluta en la capital ribera. Si alguien esperaba algún gesto, deberá esperar.

Queda todavía pendiente la ratificación del consejo político, posiblemente este mismo fin de semana. Y aunque es probable que allí surjan algunas voces discordantes, presumiblemente serán minoritarias. UPN sigue siendo un partido presidencialista en el que el líder fija el rumbo y el resto acaba acatando con mayor o menor convicción. Así ocurrió cuando Miguel Sanz dio por rota la alianza con el PP en 2008, cuando Yolanda Barcina la recuperó para las generales de 2011 y cuando el propio Javier Esparza la reinventó con la fórmula de Navarra Suma. Casi nadie dijo nada entonces y posiblemente tampoco lo hará ahora. Otra cosa será si la apuesta sale mal. Pero eso queda para después de mayo.

Los motivos

Fue el propio candidato el encargado de explicar la ruptura. Esparza aludió a las dificultades de llegar a un acuerdo con el PP, un partido de ámbito estatal que tiene sus propios ritmos e intereses, y a quien responsabilizó de la ruptura. Admitió no obstante que la decisión esconde también un motivo electoral y aritmético. “Nuestras encuestas nos dicen que sumamos más yendo separados”, alegó el líder de UPN, que cree que así será más fácil que el PSOE le deje gobernar.

Queda abierta la puerta a un acuerdo con el PP para las elecciones generales de finales de 2023. Pero no está claro que los populares vayan a aceptar un marco de división cuando les perjudica y una lista unitaria cuando los comicios le son más favorables. Y menos tras las formas con las que se ha gestado una ruptura que entraba dentro de los planes de Génova, pero que ha sentado mal tanto en el PP como en Ciudadanos, que ayer se enteraron por la prensa del final de Navarra Suma.

Algo que no parece preocupar a Javier Esparza, que sabe que tras las experiencias frustradas de 2015 y 2019 esta es su última oportunidad para llegar al Gobierno de Navarra. Y que entiende que la vía más corta para lograrlo es tratar de hacerlo en solitario. “Nos da más apoyo social, más alternativas y opciones para gobernar Navarra”, justifica Esparza, que rechaza que la apuesta tenga por objetivo pactar con el PSN. Al menos “no con este PSN”. Y esa es en el fondo la gran debilidad de la derecha en Navarra, cuyas opciones de gobierno pasan por el apoyo de un partido que reniega de cualquier tipo de acuerdo institucional.

Una apuesta personal

Aceptado el marco, Esparza ha optado por volver a las siglas originales y tratar de recuperar la esencia regionalista, desdibujada tras cuatro años de coalición y seguidismo a una derecha tan ruidosa como escasamente influyente. Confiando en que “miles de simpatizantes socialistas” que se sienten “avergonzados” y “engañados” por los pactos con EH Bildu votarán antes a UPN si no va de la mano con el PP. Y que será más fácil que un cambio de aires en Madrid lleve al PSOE a permitir que en Navarra gobierne la lista más votada.

Queda pendiente la respuesta que puedan dar los hasta ahora socios electorales. Ciudadanos ya ha avanzado su voluntad de concurrir en solitario mientras que el PP medita una respuesta a la espera de concretar una posible alianza con la plataforma de Sergio Sayas y Carlos García Adanero. Una opción que Esparza da por amortizada, pero que puede servir para facilitar el trasvase de votos en la derecha navarra, que se enfrentará a las elecciones más dividida que nunca. Al menos cuatro partidos –UPN, PP, Ciudadanos y Vox— pugnarán por un mismo espacio.

Un reparto incierto que Esparza espera maximizar en torno a sus siglas históricas. Pero que puede tener consecuencias en muchos ayuntamientos, donde la derecha podría perder la mayoría absoluta o, incluso, dejar de ser primera fuerza electoral. Algo que no preocupa al presidente de UPN que cree que, al final, el futuro de las alcaldías, como el del Gobierno, depende más de decisiones ajenas que de las propias. Y, para eso, mejor ir solos que mal acompañados.