La formación del nuevo Gobierno de Navarra arranca este jueves en el Parlamento foral. La presidenta en funciones y candidata del PSN a la reelección, María Chivite, ha citado allí a sus dos socios potenciales, Geroa Bai y Contigo Navarra, con el objetivo de reeditar una nueva coalición para la próxima legislatura. Las tres partes encaran el diálogo con voluntad de acuerdo y continuidad, pero también con algunas diferencias importantes que pueden retrasar un desenlace que está además muy condicionado por la convocatoria de elecciones generales para el 23 de julio.

Chivite, que acudirá acompañada por el secretario de Organización de PSN, Ramón Alzórriz, se reunirá primero con una delegación de Geroa Bai, encabezada por Uxue Barkos. Después lo hará con Begoña Alfaro, candidata de Contigo Navarra, la coalición formada por Podemos, IU y Batzarre, que asume el lugar que Podemos ha tenido los últimos cuatro años. Ambas partes acudirán con volutad de “escuchar” el planteamiento que pueda hacer el PSN, tanto en lo que se refiere al modelo del Gobierno como a las prioridades políticas, marcadas ya en el programa anterior.

Poco se espera en cualquier caso de esta primera toma de contacto, más allá de una nueva cita para empezar a tratar ya cuestiones concretas. Los partidos se centran estos días en hacer cuentas en los ayuntamientos para ver dónde pueden sumar mayorías, y tienen pendiente perfilar la nueva Mesa del Parlamento. Dos cuestiones que se votarán sucesivamente el 16 y el 17 de junio, por lo que será difícil avanzar antes en la formación del Ejecutivo foral. La urgencia por presentar las listas para las generales supone además un escollo adicional en todo este proceso.

Voluntad de acuerdo

Sobre el papel, las tres partes muestran su disposición a repetir la alianza de estos cuatro años. Pero también han avanzado algunas diferencias. Los socialistas reclaman más cuota de poder porque su peso en la mayoría de Gobierno es mayor. Pero también la pide Geroa Bai, que atribuye precisamente a la sobrerrepresentación socialista en el anterior Ejecutivo una perdida de apoyo electoral que no ha ido al PSN, sino a EH Bildu, que no ha formado parte del Gabinete de Chivite pero que ha rentabilizado sus apoyos puntuales al Gobierno, tanto en Navarra como en Madrid.

La formación soberanista queda por ahora fuera de la ecuación. Los socialistas rechazan abrir un diálogo que siempre ha incomodado al PSOE, y que se hace más difícil ahora en plena precampaña de las elecciones generales. Pero confían en que, al final, validará la investidura con una abstención, tal y como hizo ya hace cuatro años para evitar la alternativa de UPN.

Será no obstante el último paso de un proceso que comienza ahora, y que tiene su primer escollo en los ayuntamientos, donde las diferencias entre los socios del Gobierno son más que evidentes. Pamplona es un ejemplo, pero no el único, de que la mayoría parlamentaria tiene algunas fisuras importantes.

Las elecciones generales surgen además como un elemento más de distorsión que añade incertidumbre y que puede acabar retrasando todo el proceso. Al menos su parte final, la investidura de María Chivite, que previsiblemente quedará para después del 23 de julio. 

Porque al PSOE le interesa poner Navarra en el foco mediático tras la experiencia de la última cita electoral.Y porque el calendario, con Sanfermines y la campaña electoral en medio, tampoco deja mucho margen de maniobra. El camino en cualquier caso empieza hoy y el destino final parece claro. Y aunque el éxito de la operación no es seguro a estas alturas, sí parece lo más probable. Si nadie se pasa de frenada en alguna curva, al menos.