No habrá investidura del nuevo Gobierno de Navarra previsiblemente hasta después del 23 de julio, fecha en la que se celebran las elecciones generales. Los deseos de sacar adelante el proceso lo antes posible, incluso antes de San Fermín como había planteado la presidenta en funciones, María Chivite, difícilmente se van a poder llevar a cabo. Así lo asumen ya los partidos, que se preparan para un escenario de negociación previsiblemente largo. Incluidas las tres formaciones llamadas a formar el nuevo Ejecutivo foral, PSN Geroa Bai y Contigo Navarra, que esta semana han comenzado las primeras conversaciones, en las que se han constatado algunas diferencias importantes.

De entrada, es el propio calendario el que va a marcar los ritmos del proceso, condicionando buena parte de las negociaciones. La primera fecha en rojo es el 16 de junio, fecha en la que se constituirá el nuevo Parlamento de Navarra. Habrá que elegir a la Mesa que regirá la institución, y también la presidencia. Un cargo de relevancia institucional y con escaso peso político, pero que tiene la potestad de pilotar los tiempos del proceso de investidura. 

De momento, tanto PSN como Geroa Bai han mostrado su voluntad de asumir la responsabilidad, y es previsible que UPN también plantee su propia candidatura. Hará falta por lo tanto un acuerdo amplio para sumar una alternativa a los regionalistas que, necesariamente, deberá contar también con EH Bildu. De lo contrario, la derecha podría lograr tres de los cinco puestos del órgano rector del Parlamento, lo que le daría la capacidad de condicionar la legislatura a la hora de organizar los debates o dirimir las discrepancias que puedan surgir.

Esta cuestión marca de hecho la agenda de la reunión que este martes tienen previsto mantener PSN y Geroa Bai, segundo encuentro bilateral tras la cita del pasado jueves. Es posible que allí se hable también la situación de los ayuntamientos, una cuestión que se ha querido separar de la formación del Gobierno para que la falta de acuerdos en el ámbito municipal no dificulte la negociación programática, pero en la que quedan cuestiones importantes por resolver. Es el caso de Pamplona, donde la falta de acuerdo entre el PSN y EH Bildu puede abrir la puerta a una nueva alcaldía de UPN en minoría, y de algún otro municipio que se encuentre en similar situación. Los nuevos gobiernos municipales se eligen el 17 de junio, un día después del Parlamento, por lo que su situación también va a condicionar mucho las conversaciones.

Sanfermines y campaña

A todo esto se unen además los propios ritmos que marca la normativa electoral. El próximo viernes acaba el plazo para registrar coaliciones –UPN y PP no han concretado aún qué harán–, y entre el 14 y el 19 de junio habrá que presentar las listas al Congreso y al Senado. Ha pasado apenas una semana desde que finalizó la anterior y los partidos se tienen que volver a embarcar en una nueva campaña electoral. Con lo que ello implica en cuanto a organización de actos, estrategia y diseño de mensaje.

Habría margen para avanzar en los acuerdos entre esas fechas y los primeros días de julio. Poco tiempo para negociar muchas cosas. Del acuerdo programático al reparto de consejerías, donde ahora mismo hay mucha diferencia entre el PSN y Geroa Bai. Por lo que será muy difícil cerrar algo antes del 6 de julio, fecha en la que no solo comienzan los Sanfermines, también la campaña electoral, que se extenderá hasta el día 21. Y en esas fechas resulta inviable un pleno de investidura en el Parlamento de Navarra.

Porque hay un elemento mucho más determinante que todo lo anterior. Aunque Chivite afirma que tiene el apoyo del PSOE para avanzar en un nuevo Gobierno de coalición, EH Bildu sigue siendo una línea roja para los socialistas. Hasta el punto de que el PSN, que ha pactado los últimos cuatro presupuestos con la formación soberanista, se niega a negociar su abstención en la investidura. Pero sus votos son imprescindibles, y esa es una foto que los socialistas van a querer retrasar todo lo posible.

El PSOE no oculta su preocupación por que sus acuerdos con EH Bildu puedan volver a centrar la campaña, como ocurrió en las últimas elecciones con las listas de la formación abertzale. Una polémica a la que muchos dirigentes territoriales del PSOE atribuyen su pérdida de poder. Algo que en cierto modo le ocurre también al PP con Vox, a quien rechaza incluir en sus gobiernos autonómicos. Así que todo apunta a que, más allá de lo que se pueda avanzar hasta entonces, el proceso de investidura quedará para después de las elecciones generales.

Si las bases del acuerdo son sólidas, podría llevarse a cabo en los últimos días de julio, para evitar así que el nuevo mapa político surgido de las urnas pueda interferir en Navarra. Si no es el caso, y las diferencias en la posible mayoría de Gobierno siguen siendo importantes para entonces, todo quedaría para agosto. Con el día 28 de ese mes como fecha límite para haber elegido la nueva presidencia. 

En caso contrario, habría que repetir elecciones el segundo domingo de octubre. Una posibilidad que ronda ya el debate político, más como elemento de presión que como posibilidad real, pero que tampoco habría que descartar. La ruta hacia la investidura parece clara, pero queda margen para la sorpresa.