No es difícil encontrar a personas que, por distintas circunstancias, se ven superadas por su trabajo habitual. Su situación va empeorando progresivamente hasta desembocar, en muchas ocasiones, en un estado de incapacidad para continuar con el desempeño de su labor. 

Pues bien, este problema tiene nombre y se conoce como Síndrome de Burnout o síndrome del trabajador quemado. Está reconocido como un trastorno laboral por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y hace referencia a un estado de agotamiento mental, físico y emocional, prolongado en el tiempo, que se produce con motivo de la cronificación del estrés laboral

Entre las consecuencias de este fenómeno, que afectó a cuatro de cada diez trabajadores el año pasado, según una encuesta elaborada por Adecco, destacan la alteración de la personalidad y la autoestima del trabajador.

Los síntomas principales de este síndrome de desgaste laboral son la depresión y la ansiedad, que son los desencadenantes de buena parte de las bajas laborales. No obstante, hay otros indicios que señalan que un empleado puede encontrarse en esta situación: falta de concentración, nerviosismo permanente, poca realización personal, insomnio, irritabilidad, bajo rendimiento o absentismo laboral.

Una mujer, desbordada por su trabajo, se cubre la cara con las manos. Freepik

Expertos de Edenred ofrecen cinco estrategias para prevenir este síndrome del trabajador quemado

1- Modificar las condiciones que lo han producido. En primer lugar, es necesario identificar y modificar las causas que han producido el estrés laboral del trabajador. Si la situación se prolonga en el tiempo, quizás sea necesario reubicar al empleado en otro departamento, ofrecerle asesoramiento psicológico o colaborar con él para cambiar los hábitos adquiridos en los últimos tiempos.

2- Impulsar la conciliación. El Síndrome del Burnout suele aparecer en momentos de excesiva carga de trabajo en los que el empleado está sometido a una gran presión. Por este motivo, iniciativas como impulsar la conciliación entre la vida profesional y personal son determinantes para reducir el estrés. Un aumento de los días de teletrabajo, la implementación de flexibilidad horaria para distribuir el tiempo de una manera más efectiva y el disfrute de más tiempo libre pueden ser medidas que contribuyan a prevenir esta situación.

3- Distribuir mejor las tareas. La distribución de la carga laboral no debe ser excesiva. Es necesario planificar previamente el número de horas necesarias para desempeñar cada tarea con el objetivo de evitar una sobrecarga que derive en un agotamiento físico y mental. Además, los objetivos marcados deben ser realistas. Si hay alguno que no es factible a corto-medio plazo es preferible modificarlo a quemar al equipo, con la frustración que esta situación acarrea.

Un hombre asediado por múltiples tareas en su puesto de trabajo. Freepik

4- Recompensar los buenos resultados. Asegurarse que los trabajadores vean reconocido su buen desempeño es fundamental para mejorar su satisfacción personal y prevenir una posible desmotivación. Esta recompensa puede ser económica, pero también existe la posibilidad de manifestarla mediante reconocimiento público, con un premio simbólico o con cualquier otra medida creativa. Es conveniente priorizar siempre los resultados obtenidos y no las horas invertidas.

5- Fomentar la desconexión laboral. Es necesario evitar el exceso de horas extra en el trabajo y respetar los días libres del empleado. Desde la empresa se deben evitar prácticas como incluir el teléfono personal del trabajador en los emails para facilitar el descanso y la desconexión en los días de asueto. Asimismo, es fundamental limitar al máximo las comunicaciones fuera del horario de oficina.

Como ante cualquier enfermedad, en el caso del Síndrome de Burnout un diagnóstico temprano también es esencial para resolver el problema lo antes posible. Para detectar el desgaste profesional hay distintas escalas, pero la más utilizada es la escala de Maslach, que permitirá buscar la raíz del problema profundizando en los sentimientos y las actitudes del profesional respecto a su trabajo, el entorno laboral o sus compañeros.