Dos años dan para lo que dan y es cierto que nunca –o casi nunca– dan para demasiado. El tiempo es caprichoso. Pero los paréntesis, a veces, pueden regalar nuevos aires. Cambios de perspectiva. Y después de 1.087 días sin Sanfermines merece la pena, como poco, repensar unas fiestas en las que la participación y la presencia de la mujer muchas veces brilla por su ausencia, o se reduce a determinados espacios. En las que algunos acontecimientos que no debieran haber sucedido han pasado, por desgracia, a formar parte de esa herencia que a estas alturas de la película debería estar más que superada. El caso es que hace mucho que desde los colectivos feministas demandan cambios, y el devenir de las fiestas en las últimas décadas casi los está pidiendo a gritos.

EL PROTOCOLO - Trabajo en común

Las reclamaciones vienen de lejos pero hasta hace relativamente poco no se comenzó a actuar. Las políticas públicas en este sentido son todavía jóvenes a pesar de que hace años que agrupaciones como la Plataforma de Mujeres contra la Violencia Sexista y Gora Iruñea elaboraron un protocolo que, ya en 2012, decidieron llevar al Consistorio para hacerle cómplice de esas iniciativas y que pudiera trasladarlas a la ciudadanía.

“Viendo la cantidad de denuncias que había todos los años queríamos que tratasen el tema de las agresiones de una manera más específica. Nosotras nos habíamos replanteado qué tipo de fiestas queríamos, se trabajó desde cero y llevábamos años funcionando con ese protocolo, también en las peñas, pero al final estaba sólo dentro de nuestros espacios. Había que dimensionarlo para que llegara a más gente, hacía falta que desde las instituciones le hincaran el diente al tema”, explica Iratxe Álvarez desde la Plataforma de Mujeres contra la Violencia Sexista. Se reunieron con las instituciones “pero nos vinieron a decir que las agresiones eran cosas puntuales, no algo generalizado en San Fermín, y no nos tomaron en serio”, lamenta. Ya habían matado a Nagore Laffage, en 2008.

“En 2013 pasó lo de la ikurriña gigante en un Chupinazo en el que se vieron infinidad de imágenes de tocamientos a mujeres, agresiones, y los medios internacionales metieron mucha caña: a las doce del mediodía en la plaza del pueblo se estaban realizando abusos y aquí no pasaba nada. Ahí ya vieron que podíamos tener razón, y que tenían que hacer algo”, cuenta Álvarez. Al año siguiente, en 2014, se creó el grupo Sanfermines en Igualdad, en el marco del Consejo Municipal de la Mujer y como una manifestación del compromiso del Ayuntamiento de Pamplona contra la violencia machista, por unas fiestas libres de agresiones contra las mujeres.

“Se estableció entonces un protocolo y se decidió que tenía que haber una estrategia municipal en contra de las agresiones dentro del marco festivo. Fue un posicionamiento de ciudad, con una campaña –elaborada y consensuada desde este grupo– y el protocolo: policial, asistencial (de acompañamiento), y el de respuesta ante una agresión”, explica. No se trata de un documento estanco, y de un año a otro ha habido aspectos de la campaña que se han modificado, eliminado o mejorado, como el punto de información a la mujer, que tal y como reconocen ha sido uno de los factores más importantes con los que cuenta la iniciativa. “Se vio que era un recurso que a las mujeres les daba seguridad, era el lugar al que podían acudir a denunciar, aunque fuera de manera social y no policial, y desde donde se activaba el protocolo”, valora Kenia Cordero desde la plataforma.

“San Fermín ha sido un producto, y en el ‘todo vale’ nosotras estábamos incluidas”

Iratxe Álvarez - Plataforma contra la violencia

Se reparten las guías en los autobuses, se difunden vídeos en los trenes que vienen a Pamplona y se traslada el mensaje a los espacios públicos. “La campaña tiene muchos elementos pero tiene un sentido común, una decisión. La primera guía que se publicó en 2015 se volvió a revisar en el 19: se modificó entera, le dimos la vuelta. Y había cosas que ya no incluimos porque estaban superadas”, relata Cordero.

Ha sido muy importante, señalan desde el colectivo, que en las valoraciones diarias sobre las incidencias que se producen en fiestas, “las agresiones sexistas se saquen del ámbito de la delincuencia, porque se equiparaban y se metían en el mismo saco un robo de cartera y una denuncia por abuso. Es un delito y hay que darle su lugar. Hace doce años te quejabas de que te habían metido mano en un bar y te contestaban ‘no seas estrecha, que estamos en fiestas’. No se le daba importancia. Pero ahora la gente sí lo entiende, se ha hecho un trabajo con las agresiones de baja intensidad y ya no se permiten. Las mujeres antes nos sentíamos muy solas en esas situaciones porque se normalizaba pero ahora la gente de alrededor, si lo ve, responde. Y eso es muy importante. Hay concienciación y ha sido gracias a la lógica, pero también a la implicación por parte de las instituciones”.

SENSIBILIZACIÓN - Del asesinato de Nagore a la violación grupal

Son factores que influyen en la respuesta. En el arrope social, y es que la contestación a la agresión grupal de 2016 “no habría sido la misma cinco años antes. Lo más importante es la sensibilización, la gente no sale a la calle por combustión espontánea. Es algo que se va trabajando. Ese año el protocolo se activó desde el principio”, relata Cordero, que recuerda que entonces se sucedieron las concentraciones más numerosas. “La del 7, frente al ayuntamiento, y la del día 13, que se tuvo que cambiar a la Plaza del Castillo porque a la del 7 las peñas no pudieron entrar de la cantidad de gente que había. Lo que marcó un antes y un después fue la respuesta y se comprobó que los protocolos y el trabajo conjunto daban su fruto”.

Al año siguiente decidieron “darle la vuelta” también al protocolo, porque aunque estaba ya consolidado, reconocen que “había tensiones. Se perciben cosas de distintas maneras, la responsabilidad institucional no es la misma que la de los colectivos”. Este año ha sucedido algo parecido pero lo han conseguido solventar, y la campaña y sus mensajes se han terminado consensuando con el Ayuntamiento.

Y es que los Sanfermines son unas fiestas complicadas no sólo por el volumen de gente, que también. “Hemos pasado unos años bastante terribles en los que se han terminado convirtiendo en un producto en sí mismo que se vendía sobre todo hacia fuera, y el ‘todo vale’. Y en el ‘todo vale’ las mujeres estábamos incluidas”, denuncian. “Aunque ahí sí que ha habido un poco de freno –dicen–, el modelo y las fiestas tienen que ser otras, tiene que haber más actos para todo el mundo”. Hace falta un cambio del imaginario de los Sanfermines, “más allá de salir y emborracharse. Pero para que sean más integradores hay que cambiar la base, no sólo en fiestas. Tiene que ir más allá”.

LOS MITOS - Ni en sitos oscuros ni por ir sola ni con un desconocido

Reconocen, además, que hay muchos mitos en torno a las agresiones y a los agresores, y eso poco a poco ha ido cambiando. “Tenemos en la cabeza la idea de una agresión en un sitio oscuro, a una mujer sola y a las tantas de la mañana. Y es una realidad pero no es lo habitual, mucho menos en Sanfermines, cuando las agresiones son delante de la gente, a plena luz del día, a cualquier hora y en cualquier momento, incluso con gente de confianza. El agresor puede ser alguien que conoces. Pueden ser nuestros hermanos, padres, hijos… La gente ha entendido eso, y también con respecto a la víctima: hasta hace muy poco se cuestionaba qué hacía sola a esas horas, su edad, su ropa, si iba borracha… La gente ya va entendiendo que le puede pasar a cualquiera, en cualquier momento y por parte de cualquiera, y se identifica más con las víctimas en ese sentido. En Sanfermines todo se magnifica pero puede suceder cualquier fin de semana”.

EL CAMBIO DE MIRADA - La respuesta social

Es un “cambio de mirada” tal y como reconoce también Teresa Sáez, de Lunes Lilas, que llegó con el asesinato de Nagore Laffage. “Fue un punto de inflexión, la primera vez que hubo esa respuesta social. Que se nombró lo que sucedía, porque dicen que lo que no se nombra no existe. Pero esa violencia está, hay que poner medios, que las mujeres puedan disfrutar de la fiesta de una manera más libre. Más segura. Ese trabajo se despliega desde ese momento y nos lleva a 2016, con el estallido –recuerda–. Pero es porque viene de todo un trabajo previo y conjunto”.

Hoy, tras una pandemia que ha cortado los espacios, “nos hemos puesto otra vez a mirar. Las fiestas vuelven, vuelven en todo, y en esto también y hay que volver a ponerlo sobre la mesa y que Pamplona se declare ciudad libre de agresiones sexistas, que diga a sus mujeres y a las que vienen de fuera que pueden disfrutar en libertad, en igualdad. Que van a tener recursos y medios en un momento determinado, si los necesitan. Y a los hombres, que la ciudad no se lo va a poner fácil. Que va a haber repercusiones, un rechazo social”.

“Lo que marcó un antes y un después fue la respuesta, el trabajo previo da su fruto”

Kenia Cordero - Plataforma contra la violencia

El protocolo, asume, “tiene que ser consensuado. Darlo a conocer en todos los círculos, que sea para todo el mundo y dé espacio a todo el mundo”. Y tiene que cambiar la perspectiva: “Antes también había violaciones grupales, aunque se conocían menos. Y el miedo y la culpa también eran nuestros. No nos atrevíamos, denunciar era pasar un calvario. ‘Qué hacías por ahí’, ‘por qué has salido’, ‘por qué has bebido...’. Era tu culpa”, relata. Ahora se denuncia mucho más.

Pero esa culpa y esa vergüenza, valora, “no la tiene que vivir la mujer a la que han agredido, sino el agresor. Es un tránsito importante que nos está costando mucho porque hay espacios y lugares en los que se vive todavía la idea de que esa masculinidad, ese ‘a ver quién más, en grupito’, todavía sigue presionando mucho. Y para eso bienvenidos sean los protocolos y las campañas, porque todo no lo vamos a evitar, pero claro que hace efecto”, asume.

LA TRANSFORMACIÓN - Los derechos reconocidos

Recuerda que, “también en 2016, hubo una violación en las Ferias de Málaga. Pero la víctima prácticamente se quedó sola, no hubo esa respuesta. Aquí había un movimiento previo muy importante”. Una de las claves “es que se ha reconocido el derecho de las mujeres a ser libres en todos los lugares y espacios, incluida la noche y la fiesta. Tenemos que estar todas, las de todas las edades, muy orgullosas de lo que hemos conseguido”, explica. Y recuerda cuando las mujeres, en fiestas, siempre tenían que estar acompañadas. “Y si les pasaba algo en un bar, el camarero miraba para otro lado. Pero ahora no lo hace nadie. Ese cambio es el que realmente puede conseguir que un hombre que sigue educado en esa idea de sexualidad en la que él puede hacer lo que le da la gana, pueda cambiar. El aislarle o decirle que no. Que te lo hagan ver, que lo rechacen, que te lo digan los tuyos. Lo empujan el movimiento feminista y la institución, pero lo consigue la sociedad. Esa ha sido una de las transformaciones más importantes”.

“Reconocer el derecho de la mujer a ser libre en todos los lugares, incluida la fiesta, es clave”

Teresa Sáez - Lunes Lilas

Sáez reivindica un Centro de Atención Integral contra la violencia sexual. Asume también que es necesario “trabajar la educación sexual y afectiva, aprender a relacionarnos en igualdad… Y no dormirse en los laureles. Hay un buen protocolo pero hay que conseguir que llegue a todos los puntos de la ciudad, expandirlo, que no se quede en cuatro bares del centro. Hay más Sanfermines que el Casco Viejo, hay más espacios”.

Aunque aquí, dice, “hay protocolos locales prácticamente en todos los ayuntamientos, hasta en los pueblos más pequeños. En ese sentido vamos hacia adelante, se viene peleando desde hace muchos años, Navarra es pionera. Se nos olvida pero aquí hace mucho que se empezó, aunque todavía quede por avanzar. Lo que no se nombra no existe no es verdad: existe, lo que pasa es que ni se trabaja ni se transforma ni se cambian los pensamientos, ni se ponen los recursos”. Tenemos la oportunidad, ahora, de repensar unas fiestas que integren a las mujeres, “y estamos en ello. Hay que repensar muchas cosas. Las fiestas son para todas las personas y todo el mundo tiene que tener los derechos garantizados en ellas. De ahí la importancia de que se sensibilice, se forme, y se pongan los recursos necesarios”.