Recorrer la historia de los carteles de San Fermín es un viaje en el tiempo que aporta conocimientos desde múltiples perspectivas, desde la etnográfica, la sociológica o la histórica a la gráfica y artística. Las costumbres, las vestimentas, el tipo de actos que se celebraban o la duración de las fiestas son algunos de los aspectos que marcan un antes y un después en los Sanfermines.

En su vertiente gráfica y artística, los carteles permiten observar desde la implantación de las diversas modas tipográficas y compositivas a los gustos cromáticos de cada época y, sobre todo, las influencias de determinadas tendencias artísticas y la evolución del diseño gráfico en el Estado.

En un primer momento, la función de los carteles de San Fermín era informativa. En diferentes periódicos de la época, los primeros comentarios se basan en meras descripciones formales, sin imágenes, como pasquines monocolores. No fue hasta la segunda mitad del S.XIX y los primeros años del S.XX, cuando se evolucionó hacia una concepción artística con el auge del cartel moderno y la ilustración de revistas, la influencia del art nouveau y su convivencia con tendencias más costumbristas.

Es en el año 1898 cuando el Cartel de las Fiestas se emplea por primera vez como cubierta del programa de mano, un hecho relevante ya que anteriormente se llegaron a utilizar dos representaciones distintas en motivos y temática.

En 1964 irrumpe la imagen fotográfica-periodística, que será utilizada en los años 70, tan sólo interrumpida por las propuestas innovadoras de Mariano Sinués. A partir de los años 80, se irá imponiendo una nueva forma de entender el cartel, con la incorporación de tendencias de la vanguardia plástica a la iconografía sanferminera: desde la abstracción, el arte conceptual, el pop art, el grafitti, la nueva figuración y, junto a ellos, nuevos conceptos y herramientas técnicas propios del diseño gráfico.

Cartel de San Fermín que anunció las fiestas de 1960, obra de Martín Balda.

Cartel de San Fermín que anunció las fiestas de 1960, obra de Martín Balda. ARCHIVO

TEMÁTICA

Sarasate, dantzaris y kilikis 

Durante bastantes años, será la música uno de los temas predilectos debido, seguramente, a la directa participación del violinista Pablo Sarasate en los festejos Sanfermineros con sus conciertos matinales, uno de los platos fuertes del programa. Junto a él aparecen Arrieta, Gayarre y Eslava, así como numerosas alegorías musicales. Tras la muerte del músico en 1908, el tema va perdiendo importancia hasta desaparecer.

Los personajes populares como txistularis, dantzaris, pregoneros, mozas y mozos, tienen en general buena aceptación, aunque ya hacia 1930 se detecta un cierto cansancio hacia estos temas.

No hay que olvidar gigantes, cabezudos, kilikis y zaldicos, tan representativos de Pamplona y sus fiestas. Siempre bien aceptados cuando son el tema principal del cartel.

Sin embargo, no cabe duda de que entre todos los temas posibles, el que es aceptado con mayor unanimidad es el del Encierro, esencia misma de las fiestas y, como tal, el más representativo.

Por otro lado, la popularidad de los Sanfermines y su proyección internacional han multiplicado las imágenes de San Fermín de una manera incomparable, proporcionándole una difusión que seguramente no han experimentado ninguna otra imagen religiosa, tanto en número como en variedad y, desde luego, en soportes, mucho más allá de la devoción y el culto, como son los carteles para anunciar las fiestas. Su imagen ha sido imagen de portada en infinidad de ocasiones.

La obra de Enrique de Antonio Cebrián representa la evolución hacia el diseño gráfico, todavía con ciertas connotaciones pictóricas. ARCHIVO

AUTORES

Con nombre propio

Desde 1888, durante unos años predominaron los diseños de las empresas litográficas Portabella, de Zaragoza, y de Ortega, radicada en Valencia. Por lo que respecta a autores, los carteles cuentan con un buen elenco de personalidades de prestigio artístico nacional o regional como Salvi, Unceta, Penagos, Bartolozzi, Mongrell, Cañas, Istúriz, Pueyo, Tejedor, Ciga, León Astruc, Zubiri, Briñol, Basiano, Lizarraga, Muro, Elvira, Urzanki, Crispín o Lozano de Sotés. Por su parte, Javier Ciga ostenta el record en cuanto al número de Carteles, concretamente seis auténticos cuadros de sabor local, que corresponden a los años 1908, 1909, 1910, 1917, 1918 y 1920.

SISTEMA DE ELECCIÓN

Del encargo directo al voto popular 

Por los datos aparecidos en prensa, se sabe que el sistema de elección del cartel ha tenido variaciones en los sistemas empleados para asignar al autor. 

Durante los primeros años, la Comisión de Fomento del Ayuntamiento de Pamplona realizaba su elección entre los bocetos enviados por varios autores o casas litográficas. Esto se desarrolla en los años 1897, 98 y 99, y vuelve a repetirse en años posteriores, como 1930 y 1931. El encargo directo a un artista fue el sistema empleado en la década de los años veinte. Los pasos seguidos eran el solicitar a algún artista conocido, a nivel local o nacional, varios bocetos y de entre ellos seleccionar aquel o aquellos que constituirían el cartel del año.

Sin embargo, es el concurso público el que se impone con continuidad desde el año 1932. Con anterioridad se habían realizado algunos concursos, como los de los años 1900, 1907 o 1924, pero de una manera esporádica y sin cumplir exactamente las bases establecidas. Prueba de ello es la queja de E. Zubiri, recogida en el Eco de Navarra, con motivo de la resolución del concurso del año 1900. En ella pide “la formación de un jurado competente e imparcial y que se respeten las bases de la convocatoria”.

Una vez establecido el concurso como sistema habitual, la prensa toma su mayor importancia como fuente documental. En ella aparece (en las secciones habituales de Anuncios Oficiales) la convocatoria, en la que se determina el premio, plazo de admisión y en algunos casos el tema que deberían seguir los bocetos. Los plazos se van ampliando con el transcurrir del tiempo llegando a comprender periodos de cuatro meses. y una progresiva tendencia a adelantar las fechas, de tal manera que si en los años treinta las convocatorias se realizaban en los meses de enero y febrero, hacia los años cincuenta empiezan a realizarse en octubre y noviembre. Esto tenía como fin el permitirle al autor más tiempo, así como a la casa encargada de realizar la litografía de las obras, obteniéndose una mayor calidad.

También, resulta interesante analizar los premios concedidos. Hasta el año 1945 solamente se concedía un premio, pero ya en este año se recoge en la prensa la inclusión de un accésit. Este sistema será el habitual hasta nuestros días. En cuanto al valor de los premios se puede observar un ascenso lento desde 1932 a 1943, año este en que el premio casi se duplica y a partir del cual su cuantía ascenderá rápidamente. Un año significativo es 1958, en el que al declararse desierto el concurso y decidirse una segunda convocatoria, es la prensa la que recomienda un aumento de los premios para mejorar la calidad de las obras (ya en 1930 la prensa recomendaba aumentar los estímulos). Esto se cumplirá y los premios subirán de 6.000 a 10.000 pesetas y de 1.000 a 2.000 el accésit.

Por otro lado, no ha sido hasta el año 2008 cuando el cartel anunciador de las fiestas se decide por votación popular. Desde esa fecha y hasta la actualidad, son los pamploneses empadronados los que se encargan de elegir el mejor diseño entre los finalistas. 

El matrimonio formado por los ilustradores Pedro Lozano de Sotés y Francis Bartolozzi mostraron en sus carteles una estética moderna, muy alejada de los antiguos carteles de los años cuarenta. ARCHIVO

FERIA DEL TORO

La Meca decide

Por su parte, el cartel de la “Feria del Toro” se hace por encargo de la Casa de la Misericordia de Pamplona desde 1959, año en que se abandonaron los carteles tradicionales que realizaba la litografía Ortega, de Valencia. Ha tenido como realizadores a Martínez de León en 1959, 1960 y 1966; Antonio Casero, en 1961, 1962, 1963, 1964 y 1965; José Antonio Eslava, en 1967; Vaquero Turcios, en 1968; Cárdenas, en 1969; Barjola, en 1970; Cruz Novillo, en 1971; Fernando Redón, en 1972; Echauz, en 1973; Manterola, en 1974, al no llegarse a un acuerdo con el cartel encargado a Agustín Ibarrola; Mendiburu, en 1975; Arranz Bravo y Rafael Bartolozzi, en 1976; P. Salaberri, en 1977; A. Delgado, en 1978; Pinto Coelho, en 1979; P. Azketa, en 1980; Edit Hultzsch, en 1981; E. Badosa, en 1982; Miguel Echauri, en 1983; Mariano Sinués, en 1984; Llimós, en esta ocasión también con fuerte contestación crítica, en 1985; Ramón Jesús, en 1986; América Sánchez, en 1987; Emilio Cayuela, (“Guchi”), en 1988, y Francis Bartolozzi en 1989.