Imposible contener la emoción y que suerte no contenerla, y sacarla y expandirla y emocionarnos cada 6 de julio como la primera vez cuando el Chupinazo irrumpe en el cielo de Iruña haciendo estallar la fiesta de San Fermín. Creo que es algo único. Irrepetible. Mágico. El de este año ha sido doblemente especial e intenso. Ni siquiera la lluvia ha conseguido quitarle color, esa lluvia empeñada en aguar la fiesta sin conseguirlo. Con esa merecida dedicatoria de Unzué a los profesionales sanitarios que tanto nos han cuidado durante la pandemia y nos cuidan cada día y a los enfermos con ELA, sus compañeros en este complicado viaje que le ha tocado emprender. Uno de esos viajes para los que nadie queremos billete pero que a veces llegan y hay que saber aceptarlos, ojalá con la entereza de personas como Unzué. Que emocinante que desde ese balcón privilegiado de la ciudad a la que hoy mira el mundo,el protagonista de abrir estos Sanfermines del regreso haya querido volver a ese momento de los balcones en los tiempos más dificiles, para recordar que no hay que olvidar e insitir en la importancia de visibilizar lo que tantas veces no queremos ver. Que hermoso comienzo, que nada lo cambie y que no nos falte lo que más queremos y necesitamos: Vida y salud. Y a vivir la fiesta.