La brecha digital es uno de los problemas más recientes de nuestros mayores, que ven cómo un mundo colonizado por la tecnología les ha construido en sus narices una importante barrera que les separa de realizar trámites importantes como los bancarios o los administrativos. Pero no solo eso. El ocio, las formas de relación y la comunicación en general también han dado el salto a un universo muy diferente al analógico, en el que han pasado gran parte de su vida. Por ello, es de vital importancia contar con iniciativas que traten de destruir ese muro.

"Los mayores son dinámicos como grupo, y tienen motivaciones y gustos diferentes", explicó ayer Teresa Marcellán, presidenta de la Sociedad Navarra de Geriatría y Gerontología y geriatra de la Casa de Misericordia de Pamplona en la jornada de cierre de los proyectos del Hub Digital de Adacen (Asociación de Daño Cerebral de Navarra), donde recordó que a pesar de la brecha digital las personas mayores "también precisan de nuevas tecnologías, que ayudan a subsanar sus necesidades".

Estas tecnologías las divide Marcillán en tres tipos: las de primera persona, como los teléfonos móviles para llamar y recibir llamadas o videollamadas, o para ver vídeos de YouTube e incluso series y películas de Netflix; las de segunda, como diferentes sensores o dispositivos de localización por GPS; o de tercera, en la que se incluye la conexión wifi, salas de ordenadores o herramientas de telemedicina.

"La rápida digitalización desplaza a los mayores con riesgo de incomunicación social, pero la tecnología tiene un enorme potencial con los mayores. Para ello se requiere adiestrarles en su manejo y adaptar a las necesidades individuales, porque el desarrollo de las nuevas tecnologías mejora y amplía las opciones en el cuidado del mayor. El futuro de la atención pasa por alianzas sociosanitarias y desarrollo de nuevas tecnologías enfocadas a las necesidades de los mayores. No hay que dejar a nadie atrás en la humanización de la tecnología", expuso en sus conclusiones.

Confidence, un proyecto"necesario"

Con esos objetivos nació en el último año el proyecto Confidence, en el que con la ayuda de la Confederación de Asociaciones de Personas Mayores Tercer Tiempo e Innovasocial, el programa impulsado por Fundación Caja Navarra y Fundación "la Caixa", se imparte en diferentes clubes de jubilados clases de tecnología durante tres horas a la semana, en las que los mayores realizan ejercicios físicos, neuronales y mejoran sus habilidades digitales.

"El origen de Confidence nace a raíz de otro proyecto, el HUB digital, dirigido a incorporar la telerehabilitación para personas con discapacidad. Con la pandemia se pensó en extrapolarlo a personas mayores para empoderarlas a nivel digital y darles una mayor autonomía, favoreciendo la socialización y creando un entorno estimulador", desarrolla Naroa Cuevas, neuropsicóloga de Adacen.

El germen de este proyecto coincidió con la implantación de un proyecto de alfabetización digital por parte de la Confederación Tercer Tiempo, desde donde creían que "las asociaciones de mayores tenían mucho que trabajar y que hacer en beneficio de las personas mayores que no estaban alfabetizadas digitalmente", tal y como reconoce Joaquín Almoguera, representante de la entidad. Y así llegaron las clases a los clubes de jubilados San Andrés de Villava, y los de Zizur, Viana, Acedo, o Irubide, en Txantrea.

"Es un programa muy, muy necesario. A mis 73 años me ha venido estupendamente porque he aprendido muchas cosas y hemos hecho grupo", afirma el villavés Goyo Oroz, que destaca dos de los aspectos más importantes del proyecto. De las clases de Zizur Marian Urtasun destaca que ha descubierto "que el móvil no es solo para llamar". "También me puede llevar a casa, y me hace más independiente. Después de un ictus y de un infarto he descubierto que puedo mover las caderas y que puedo seguir practicando desde casa", cuenta con gracia.

Confidence también tiene como objetivo principal hacer frente al reto de la despoblación, como en el caso de Marian Duque, de Viana, que llegó al evento, celebrado en el Colegio de Médicos, gracias a Google Maps. "Nos hemos despistado", reconoce con gracia pero con ganas de adentrarse "en muchas más aplicaciones". "Los ejercicios físicos pensábamos que eran sosos, pero luego acabábamos con agujetas", sonríe.

En el caso de Asun Fernández, de Acedo, el proyecto ha servido para enriquecer su localidad en un nivel "social, sanitario, de empoderamiento de la mujer y de motivación de los mayores".

A pesar de ser un piloto, hay cosas por mejorarcomo "facilitar el lenguaje, hacer diferentes niveles o mejorar el trabajo neuronal, que va muy rápido", según atestigua Asun Apestegia, de la Txantrea, que aún así le gustaría que tuviese continuidad. "Sería interesante seguir, y llegar a otros grupos de mayores. Así se evita la soledad no deseada y se ayuda a que el envejecimiento sea activo y saludable", concluye.