El rápido avance de las llamas a través de la sierra de San Pedro obligó al desalojo de la parte nueva de la localidad de Gallipienzo, un desalojo que se llevó a cabo de manera rápida y ordenada. Al mismo tiempo que se llevaba a cavo la evacuación, varios vecinos trabajaban con tractores y otra maquinaria para hacer cortafuegos alrededor de la localidad.

Pasadas las 19.00 horas, agentes de la Policía Foral comunicaban a los vecinos la orden, y estos rápidamente recogieron sus pertenencias y fueron abandonando el pueblo, buena parte de ellos con destino a su primera o segunda residencia, como es el caso de Aida y Sara Lerga, que junto a su Abuela Chon Arbe se marcharon a su casa en Pamplona, o a casa de un familiar, como el de Rosa Sitges y Jesús Barón, a quienes acogerá un familiar en Urroz. “Me voy porque mi mujer quiere que nos vayamos, porque yo no me iría”, aseguraba el segundo, seguro de que la parte nueva de la localidad no estaba amenazada por el incendio.

Tomás Aribe, por su parte, junto a su hermano Jose y a su amigo Jose Sánchez, optó por trasladarse a una cabaña de campo que tienen en la parte norte de las Bardenas Reales. “Es donde más cómodos vamos a estar”, apuntaba mientras cargaba el coche.

El resto de los vecinos se trasladaron a las piscinas de Aibar, desde donde fueron dirigidos al albergue o al polideportivo de Sangüesa, que con la llegada el domingo de vecinos desalojados de Gallipienzo Antiguo, Lerga y Eslava, va quedándose sin sitio.