La familia Macías Martínez no olvida la frustración y la impotencia que sintió el 9 de diciembre de 2021. Casi con lo puesto, se vieron obligados a abandonar su casa de Martiket, en Villava-Atarrabia, cuando la riada crecía a una velocidad incontrolable.

Txus, padre de la familia, explica que “la situación fue horrible, pero apenas recuerdo lo malo. Parece que el disco duro se encarga de borrar los recuerdos dañinos”. De lo que sí que se acuerda Txus es de la gran respuesta humana de los vecinos de Atarrabia. Familiares, amigos, conocidos y desconocidos unieron fuerzas para ayudar a la familia Macías Martínez, que a día de hoy continúa agradeciendo esta gran labor de solidaridad. “Me sorprende lo nada que somos, lo poco que puede hacer uno solo y, en contraposición, lo que significa que todos juntos lo somos todo”, destaca Txus, con unas palabras llenas de cariño.

Lo primero que hicieron sus hijos, Peyo, Simón y Mattín, al verse fuera de su hogar, rodeados de agua, fue publicar en redes sociales lo que estaba ocurriendo, para buscar una vivienda en alquiler. “A las pocas horas ya teníamos casa, y en ella hemos estado viviendo cinco meses y medio. Muchísimas personas nos ayudaron, no tenemos palabras suficientes para agradecer todo lo que hicieron por nosotros, fue algo que recordaremos durante toda la vida”, indica Txus.

Aunque la respuesta humana fue maravillosa, Txus cataloga la respuesta institucional como “catastrófica”. Con tristeza, declara que si el río se mantuviera “de manera correcta”, esto no sucedería. Por ello, sugiere su restauración. “El río Ulzama debería estar en unas condiciones de lujo”, puntualiza.

Enfadado y apenado a partes iguales, el vecino de Villava-Atarrabia manifiesta que “la primera vez que ocurre esto puede ser un error. La segunda, un descuido. Pero la tercera es negligencia. Todas las instituciones se lavan las manos, se pasan las responsabilidades los unos a los otros y al final nadie hace nada”.

Te puede interesar:

A pesar de todo, la familia pudo recuperar el 80% de los gastos. “No estamos para quejarnos, otras personas están peor”, señala Txus. Pasado el tiempo, lograron hacer una limpieza a fondo, con la ayuda de los vecinos de la localidad. “Un montón de gente venía a ver qué podía hacer. No podíamos ni siquiera empujar las puertas, había tanto barro que casi era imposible entrar”, destaca, todavía asombrado.

Un año después de la tragedia ocurrida, la familia Macías Martínez decide quedarse con todo lo bueno ganado, y no con lo perdido. Así, Txus concluye que “nos hemos llevado cosas muy positivas de la gran respuesta humana que hubo y de toda la ayuda que recibimos. Solo por eso ha merecido la pena. Aunque es cierto que si digo esto, reconozco que ha habido pena... Pero también es cierto que ahora tengo claro que del barro pueden surgir cosas increíbles”.