El Papa ha lamentado que en el mundo hay "mucha discordia" y "división" y, tras alertar de que está polarización puede llegar también a "la Iglesia", ha condenado todo "el mal que el hombre puede llegar a realizar".

"Estamos todos conectados y, sin embargo, nos encontramos desconectados entre nosotros, anestesiados por la indiferencia y oprimidos por la soledad. Muchas guerras, muchos conflictos; ¡parece increíble el mal que el hombre puede llegar a realizar! Pero, en realidad, lo que alimenta nuestras hostilidades es el espíritu de la división, el diablo, cuyo nombre significa precisamente 'el que divide'", ha lamentado el Pontífice en la misa de Pentecostés, celebrada esta mañana en la basílica de San Pedro.

Francisco ha considerado durante la homilía que si el mundo "está dividido" hay un peligro de que la Iglesia "se polarice". "Si el corazón se fragmenta, no perdamos tiempo criticando a los demás y enojándonos con nosotros mismos, sino invoquemos al Espíritu", ha añadido.

Para el Papa, el mal y la desunión provienen del "espíritu maligno". "Él goza con los antagonismos, con las injusticias, con las calumnias. Y, frente al mal de la discordia, nuestros esfuerzos por construir la armonía no son suficientes. He aquí entonces que el Señor, en el culmen de su Pascua, en el culmen de la salvación, derramó sobre el mundo creado su Espíritu bueno, el Espíritu Santo, que se opone al espíritu de división porque es armonía; Espíritu de unidad que trae la paz", ha asegurado.

El Pontífice ha reaparecido en la plaza de San Pedro tras haber sufrido fiebre el viernes lo que le obligó a cancelar todas sus citas previstas para ese día. Durante su alocución, Francisco ha apelado a la unidad. "El Pueblo de Dios, para ser colmado del Espíritu, debe caminar unido, hacer sínodo. Así se renueva la armonía en la Iglesia: caminando juntos con el Espíritu al centro. ¡Construyamos armonía en la Iglesia!", ha pedido.

En referencia al proceso sinodal que tendrá el próximo octubre una cita importante en el Vaticano, el Papa ha dicho que "es y debe ser" un camino según el Espíritu. "No un parlamento para reclamar derechos y necesidades de acuerdo a la agenda del mundo, no la ocasión para ir donde nos lleva el viento, sino la oportunidad para ser dóciles al soplo del Espíritu", ha añadido a este respecto.

En este sentido, ha señalado que, sin el Espíritu, "la Iglesia permanece inerte, la fe es una mera doctrina, la moral sólo un deber y la pastoral un simple trabajo". Así, ha matizado que el Espíritu no dio comienzo a la Iglesia "impartiendo instrucciones y normas a la comunidad, sino descendiendo sobre cada uno de los apóstoles" y cada uno recibió "gracias particulares y carismas diferentes". Por ello, ha reivindicado la "pluralidad de dones distintos" como algo positivo y distinto a la "uniformidad".