Vicente Madoz formaba parte del equipo del Plan de Salud Mental de Navarra de 1986 –que encabezó Carlos Artundo– y reconoce que no les dio tiempo a desarrollar el programa de psicogeriatría, que en una población cada vez más envejecida es “muy importante”, porque “tenemos que pensar en la muerte”. De hecho, asegura que incluso los niños y niñas deben hacerlo: “Si quieren ser felices, que piensen mucho en la muerte”, aconseja.

¿Por qué? 

–Primero, porque es el fin de tu trayecto y donde se pretende que tengas que presentar algo, no se sabe a quién, entre ellos a los que dejas. Saber que tenemos un fin, que según algunos no hay nada más y ahí se acaba, según otros pensamos que hay algo, lo puedes llamar Dios o energía positiva, pero yo creo que lo que sí es el paradigma de lo máximo que tú crees que has podido llegar. 

Cómo le gustaría ser recordado.

–Siempre he dicho que mi epitafio será “intentó ser bueno”. He de reconocer que la religión me ha influido mucho, pero sin ñoñeces.

“Tengo clarísimo que en los años 70 e incluso ahora los comunistas son mucho más cristianos que muchos que se llaman así”

Vicente Madoz - Psiquiatra

Es católico, ha dado cursos prematrimoniales, ha formado parte del tribunal eclesiástico... ¿Cómo ve el futuro de la Iglesia? 

–Hombre, que tiene que cambiar un montón. Lo que pasa es que la Iglesia siempre ha sido un desastre. Yo creo en el evangelio, no en la Iglesia, eso lo tengo clarísimo. Es decir, para mí una figura de referencia ha sido Jesús de Nazaret. Como anécdota, cuando me voy a Inglaterra era el jefe de las JEC (Juventudes Estudiantes Católicos). Estábamos 14, cuando vuelvo todos habían dejado de ser creyentes y estaban en partidos comunistas. Tengo clarísimo que en aquellos años e incluso ahora los comunistas son mucho más cristianos que muchos que se llaman así. Para mí, cristiano es la persona que acoge al otro, que acompaña al otro, que quiere al otro, que acepta a todos. 

Ha sido un hombre comprometido en muchos ámbitos: Medicus Mundi, la Fundación Bartolomé de Carranza, el Ateneo, Solasbide... ¿Qué problemas sociales le preocupan hoy? 

–El gran desnivel entre los ricos y los pobres. Tengo muy claro que hay que repartir y compartir. 

En una época fue "el perejil de todas las salsas". ¿Se sintió tentado de entrar en política? 

–No, nunca. Tenía muy claro que no valgo. Me ofrecieron de todo hasta que hablaban conmigo y se daban cuenta de que no.