La ultraderecha avanza en Europa tras la llegada al poder de Giorgia Meloni, cuya arrolladora victoria electoral en Italia ha impulsado un fenómeno con señales que también se ven en el papel clave de la extrema derecha en Suecia y en el cuarto mandato del ultranacionalista húngaro Víktor Orban.

La primera mujer en ocupar la jefatura del Gobierno italiano es también la presidenta de uno de los Ejecutivos más de derechas de la historia del país, apoyado por dos indiscutibles líderes populistas: Silvio Berlusconi, el magnate reconvertido en político que se adelantó varias décadas a Trump y Bolsonaro, y Matteo Salvini, el rostro del soberanismo demagógico de los últimos años.

¿LA PRIMERA PIEZA DEL DOMINÓ?

"Es un gobierno con componentes que son expresión directa de una tradición vinculada al fascismo, aunque reelaborada adaptándola a un contexto democrático" y que "reafirma la triada de valores 'Dios, patria y familia', típica de los regímenes autoritarios", explica a EFE el profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Pisa Alberto Vannucci sobre los ultras Hermanos de Italia, que lidera Meloni.

Tras los últimos años en Polonia y, sobre todo, en Hungría -"una herida abierta para las instituciones europeas"-, la UE mira "con mucha inquietud" el caso italiano: mientras Orban "puede ser confinado y el riesgo de involución democrática es limitado", Italia es "demasiado grande para ser excluida del proceso de decisión".

Meloni es aplaudida tras ofrecer su primer discurso ante el Parlamento italiano. ANDREAS SOLARO | AFP

La posibilidad de que Meloni pueda ir en la misma dirección de Orban causa "una profunda preocupación en las principales cancillerías europeas" y supone "un enorme reto para Europa", al que se suma "el riesgo de imitación del modelo" en otros "grandes países europeos, como Vox en España o Agrupación Nacional en Francia", sostiene.

"Hay un gran temor en Europa a que Italia sea la primera pieza del dominó" porque "es un riesgo real, aunque no tenga que ocurrir necesariamente".

UNA REPUTACIÓN QUE CONSTRUIR

Más cauto se muestra Gianluca Passarelli, profesor de Ciencia Política de la Universidad La Sapeinza de Roma, para quien "las dinámicas nacionales son lo suficientemente diversas" como para que el triunfo de Meloni no influya decisivamente en otros países, mientras en Italia "las instituciones son sólidas, más allá del Gobierno", aunque haya que "estar vigilantes" ante los pasos de la extrema derecha.

Eso sí, "no teniendo a líderes como Mario Draghi, Italia se encuentra en un contexto de gran dificultad, con una reputación que construir" en Europa.

Y cita como ejemplo de "falta de credibilidad" el reciente enfrentamiento con Francia por la política migratoria -"provocado deliberadamente por la Liga de Salvini" por motivaciones internas-, aunque recalca que Italia, uno de los seis fundadores de la UE gracias al tratado de Roma, tiene "una gran economía y un potente papel militar" que impedirá "el aislamiento".

Vannucci también menciona ese incidente entre París y Roma para explicar "el inmediato intento de recoser la herida" tanto por parte de Meloni como de Europa porque ambas son "conscientes de que no pueden prescindir" la una de la otra.

Giorgia Meloni completa ante Mario Draghi la ceremonia de traspaso de poderes

Giorgia Meloni completa ante Mario Draghi la ceremonia de traspaso de poderes EP

EL AVANCE DEL POPULISMO

La ola de populismo, un síntoma de la profunda dificultad que atraviesan las instituciones democráticas, lleva ya tiempo, pero en 2022 se ha consolidado en Europa. Y Portugal es un claro ejemplo: en enero la ultraderecha se convirtió en la tercera fuerza del país, cuando tres años antes no estaba siquiera en el Parlamento.

"La extrema derecha avanza en todos los contextos, es una dinámica de largo periodo" que en los últimos años ha cobrado peso en el Brasil de Bolsonaro y los EEUU de Trump, además de superar "la barrera escandinava", explica Passarelli.

Los Demócratas de Suecia (SD) son socios externos de la coalición de derecha que gobierna allí desde mediados de octubre: con un 20,5 % son la segunda fuerza del país y, tras una década y media de aislamiento, se han convertido en el partido ultraderechista más poderoso en la región, donde estas fuerzas mantienen un peso importante desde hace dos décadas en Dinamarca, Noruega y Finlandia.

"El primer partido de la nueva extrema derecha nació en Noruega. La novedad ahora es el acceso al gobierno porque los países socialdemócratas sufren un contexto internacional que ha cambiado por la guerra y la pandemia, que han traído de nuevo la necesidad de seguridad, uno de los factores del éxito social de estas formaciones", añade el politólogo.

En Hungría, Orbán consolidó en abril su poder por cuarta vez consecutiva y obtuvo una mayoría de dos tercios en el Parlamento con la que puede reformar a su gusto la Constitución en unas elecciones en las que la oposición había logrado unir todas las fuerzas, pero no pudo hacer nada frente el utranacionalista Fidesz.

Meloni, al contrario que su antaño admirado Orbán, ha lanzado en su primer mes de gobierno mensajes tranquilizadores a la UE y la OTAN, en particular en su defensa a ultranza del apoyo a Ucrania, aunque puede que no sea suficiente.

"Si como parece, continua la guerra y se tenga que votar el envío de nuevas armas a Ucrania, veremos las diferencias entre Salvini y Meloni. Será el momento de observar atentamente", advierte Passarelli.