Con los años, solemos tomar conciencia de los escasos conocimientos esenciales que hemos adquirido. Eso pensé tras leer la historia del pastor de Lintzoain al que se le echó la noche encima y decidió acostarse junto a sus ovejas, entre la hojarasca. A sus 80 años y sin el palo que le ayuda a caminar, no se arriesgó a romperse una pierna. Me admira saber que pernoctó a la intemperie en tanto que “el suelo está caliente aún” y que su única preocupación era que le estuvieran buscando. Esa decisión serena e inteligente es saber con mayúsculas. ¿Cómo calificar entonces la resolución del Ayuntamiento de Pamplona de cara a los próximos Sanfermines Txiki? Me refiero a la negativa del Consistorio a colocar baños portátiles en un barrio que el próximo fin de semana acogerá a miles de personas. De hecho, tiempo atrás, existía una partida para instalar estos servicios que, como todos sabemos, ayudan a evitar la transformación de unas calles en meadero público. Cierto que los aseos de los bares están ahí, pero en ocasiones hacen falta refuerzos para aliviar al personal. Eso me dice la razón, a no ser que haya prevalecido otra, según la cual, cuantos más portales terminen orinados, mayor será el enfado del vecindario con los colectivos organizadores de las fiestas de Aldapa.