Las nuevas garantías legales conseguidas por la primera ministra británica, Theresa May, en Estrasburgo no fueron suficientes para sacar adelante el acuerdo del brexit en Londres, donde ayer volvió a cosechar una segunda histórica derrota por 391 votos en contra frente a 242 a favor.

En total, 75 conservadores se rebelaron contra la posición de su partido al rechazar el acuerdo de May y solo 3 parlamentarios laboristas se rebelaron contra su líder al votar a favor del acuerdo. May sufrió una derrota menos drástica que la del pasado 15 de enero, cuando los diputados rechazaron el acuerdo 432 votos en contra y 202 a favor, pero quedó aún muy lejos de superar el trámite parlamentario, para lo cual necesitaba el apoyo de la mitad más uno de los 634 diputados que forman el parlamento británico y dio una vez más muestras de su falta de liderazgo.

Tras la votación, May confirmó que los Comunes votarán hoy si quieren un brexit abrupto y anunció que dará libertad de voto a los diputados conservadores: “Este es un tema de gran importancia para el futuro de nuestro país. Al igual que en el referéndum, hay opiniones firmes e igualmente legítimas en ambos lados. Por esa razón, puedo confirmar que este será un voto libre en este lado de la Cámara”.

Si los diputados rechazan una salida descontrolada, casi tres años después de que los británicos votasen a favor del brexit en el referéndum convocado por el ex primer ministro conservador David Cameron, el jueves votarán una extensión del Artículo 50 del Tratado de Lisboa.

La primera ministra, con una severa afonía, repitió una vez más como pedir una extensión del brexit no soluciona los problemas. Sobre la mesa dejó claro como la UE querrá saber para qué quiere Londres esa extensión. “¿Un segundo referéndum?”, preguntó May al parlamento, entre, gritos de “noooooo” entre los diputados. Además, el líder de los laboristas, Jeremy Corbyn, pidió al Gobierno que acepte que su acuerdo no tiene el apoyo de la Cámara de los Comunes y volvió a pedir la celebración de elecciones generales.

Por su parte, la líder del Partido Conservador británico en la Cámara de los Comunes del Parlamento, Andrea Leadsom,

La primera ministra había hecho minutos antes un llamamiento final a los diputados para que respaldasen su acuerdo, reiterando su advertencia a los diputados de que si rechazaban una vez más su plan, hundirían al país en el caos y se arriesgaban a una salida sin acuerdo, pero sus palabras y las del ministro encargado del brexit, Stephen Barclay, en la misma línea cerrando el debate previo a la votación, cayeron en saco roto.

Las cosas se pusieron difíciles para la primera ministra cuando no consiguió que el llamado Grupo de Investigación Europea (ERG, por sus siglas en inglés), integrado por diputados de su partido más euroescépticos, apoyase su acuerdo. Pese a la insistencia de May en preservar la unión del partido conservador, lo cierto es que no consigue que todos remen en la misma dirección.

Dos nuevos golpes a lo largo de la jornada de ayer dejaron claro que May no iba a tener apoyos suficientes para sacar el acuerdo adelante. Por un lado, el principal asesor jurídico del Gobierno británico, Geoffrey Cox, afirmó que las nuevas garantías añadidas en el acuerdo de divorcio no le dan a Reino Unido los medios legales para abandonar el mecanismo de salvaguarda irlandesa de manera unilateral si hubiese “diferencias insalvables”. En su opinión, los tres documentos adicionales negociados por May y los líderes europeos “reducen el riesgo” de que el Reino Unido permanezca indefinidamente en la polémica salvaguarda irlandesa, pero “no obstante, el riesgo legal permanece sin cambios”.

Además, el Partido Unionista Democrático (DUP) de Irlanda del Norte, socio de gobierno de May en Westminster con diez diputados, votó en contra del acuerdo propuesto al considerar que la líder conservadora no logró un progreso suficiente en sus negociaciones “hasta este momento”, a la par que criticaron la “intransigencia” de Bruselas en la negociación.