La Paz. La recuperación de los bosques bolivianos afectados por los incendios que han arrasado un millón de hectáreas, según las autoridades regionales, podría prolongarse más de cien años debido a las condiciones del clima y la vegetación típica de la región de la Chiquitania, en el este de Bolivia.

En una entrevista con Efe, el botánico asociado al Herbario Nacional de Bolivia Alfredo Fuentes manifestó que esa recuperación debe contemplar que las especies típicas del bosque seco chiquitano son, por lo general, de "crecimiento lento".

El área de la Chiquitania afectada por los fuegos de las últimas semanas comprende poblaciones como Roboré, San Ignacio de Velasco, San Rafael y San Matías, entre otras.

Estas localidades están en el departamento de Santa Cruz (este del país) y tienen identidad misional, ya que en ellas se edificaron hace varios siglos los templos y misiones jesuíticas que perviven hasta estos días.

Un último reporte informe este fin de semana de la Gobernación de Santa Cruz estima que el fuego ha arrasado alrededor de un millón de hectáreas de bosques y pastizales.

La superficie afectada por el fuego es diez veces mayor que Hong Kong y casi tan extensa como la isla de Jamaica.

El bosque seco lleva esa denominación porque su desarrollo se produce en una zona en la que la estación seca "es bastante prolongada" y que puede durar entre cuatro a ocho meses al año, apuntó el experto.

"Hay muchos árboles que están habituados a este clima, pierden sus hojas en la época seca, bastantes plantas espinosas y que están adaptadas a estas condiciones", remarcó Fuentes.

El experto precisó que la región de la Chiquitania no es propiamente la Amazonía, que es más húmeda y donde el tope de crecimiento vegetal puede llegar a los cuarenta metros de alto, a diferencia del bosque seco cuyo límite son los diecisiete.

Parte de las especies que crecen en él son árboles como el tasaá, toborochi de madera blanda y que almacena líquido en su tronco, o de madera dura como la del cuchi y el soto que son de las que están hechas las enormes columnas de las misiones jesuíticas, explicó Fuentes.

Estos últimos son árboles que crecen en el "bosque maduro" o "primario" que también ha resultado afectado por el fuego y cuyo desarrollo pleno implica un tiempo entre los cien a doscientos años, aseguró este biólogo con veinticinco años de experiencia y que ha estudiado las especies del bosque chiquitano.

Esos bosques albergan ciervos, armadillos, cerdos silvestres, reptiles, roedores y aves propias del lugar que han estado diezmadas "por efectos de la cacería" y que se han mudado a sitios de bosque espeso que también ha resultado afectado por los incendios, mencionó el botánico.

Fuentes señaló que un incendio de las características de las últimas semanas "se veía venir", ya que en la región hay especies "susceptibles a los fuegos" porque producen "materia combustible" a causa de material seco como la hojarasca.

A esto se suma, resaltó, que los incendios "se han incrementado" en los últimos años por la actividad humana.

A su juicio, es necesario que una vez superada la contingencia se haga una evaluación de la "afectación" al ecosistema y que se debe tomar en cuenta que no toda la zona ha sido afectada de la misma manera.

Fuentes consideró importante que se trabaje en políticas y "prácticas de manejo del fuego" que muchas veces no se justifican del todo en esa actividad, ya que esa área "no es apta" para la agricultura.

Para Fuentes, lo que se ha producido en el este de Bolivia, en la entrada anterior a la cuenca amazónica, ha sido "un retroceso en la lucha contra el cambio climático".

La situación ha obligado a las autoridades regionales departamentales cruceñas a declarar la emergencia regional, mientras que el Ejecutivo boliviano finalmente ha aceptado la ayuda internacional que reclamaban varios sectores.