Bruselas - Este sábado España aceptó la oferta ofrecida por el resto de la Unión Europea y por el Reino Unido para aclarar la situación del peñón de Gibraltar y levantar así el veto sobre el Consejo Europeo de este domingo. La solución está lejos de ser la mejor, la ideal, pero es buena. Es un parche, pero lo suficientemente fuerte como para evitar la situación que podía producirse. Pero la realidad es que lo que se ha conseguido ha sido garantizar el compromiso de las directrices negociadoras de abril de 2017. España consiguió ayer salvar una situación peligrosa. El acuerdo alcanzado este sábado para que Madrid levantara el veto sobre el Acuerdo del brexit convierte al Reino Unido en el perdedor de esta situación.

La solución, lejos de ser la ideal, es válida. Lo cierto es que el pacto permite garantizar lo que España supuestamente ya tenía desde el 29 de abril de 2017, cuando se aprobaron las primeras directrices negociadoras. La gran pregunta que todo el mundo se hace ahora: ¿ha ganado España el pulso? Sí, lo ha hecho. Y la verdad es que nadie dudaba de que lo fuera a hacer. Parecía imposible pensar que el resto de la Unión Europea no fuera a apoyar, de alguna manera, las preocupaciones de un Estado miembro frente a un país que se convertirá en tercero en unos pocos meses. La pregunta era cómo y cuándo.

Apoyo obligado Y esas preguntas se resuelven ahora: lo ha hecho con una solución que no es la ideal, que está lejos de lo que el Gobierno marcó como objetivo el lunes cuando anunció que vetaría el Acuerdo si no se resolvía la duda de Gibraltar, pero que igualmente mejora, y mucho, la situación de Madrid respecto a la del lunes pasado. Es, de hecho, una de las pocas victorias españolas en el ámbito internacional en el asunto de Gibraltar. Consecuencia lógica de la salida británica de la Unión Europea es que el resto de socios se tengan que posicionar ya a favor de las posturas españolas sobre el Peñón. Eso supone, según explicó Sánchez, “resolver de una vez por todas un conflicto de 300 años”. El jefe del Ejecutivo español abrió así la puerta a que el asunto de la soberanía sea discutido en el futuro próximo con el apoyo político del resto de la UE. El artículo 184, añadido durante la última etapa de las negociaciones en las que los equipos negociadores ya no informaban a sus superiores, fue un gol por la escuadra a España. Un párrafo donde se mencionaba el compromiso de la UE y el Reino Unido a negociar relaciones comerciales pero donde no se mencionaba una excepción crucial para España y recogida en el punto 24 de las directrices negociadoras del Consejo: la aplicación de cualquier futuro acuerdo requeriría la luz verde de España para poder ser aplicado a Gibraltar. Eso era un problema grave para los servicios jurídicos españoles. Dentro de algunos años Gibraltar se podría acoger a él para asegurar que no había una base legal jurídica para que España vetara la aplicación de un acuerdo UE-Reino Unido a la roca.